Marta Bellavista. Un vuelo que no se interrumpe

Un padre que perdió a su hija por un cáncer, llegando por ello a renegar de la fe, narra su conversión a raíz del impacto de ver cómo ella afrontaba la enfermedad. Los textos de su hija se publicar ahora en un libro traducido al español, “Lo quiero todo”
Anna Riera

El pasado jueves 24 de octubre, el auditorio de la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona recibió a Emanuele Polverelli y Giorgio Bellavista, editor del libro y padre de la autora, respectivamente, para presentar el libro autobiográfico póstumo de Marta Bellavista, Lo quiero todo. Este no es un escrito común; se trata de una recopilación de textos elegidos de entre los cuatrocientos que se encontraron tras el fallecimiento de la joven: cartas, correos electrónicos, apuntes en agendas, diarios… incluso en billetes de metro.

Marta Bellavista nació en 1983 y murió en 2010, enferma de cáncer. Aunque atrapada por la enfermedad, eso nunca venció en ella, el único que vencía era Jesucristo. Emanuele Polverelli decía que lo sorprendente de este testimonio no es una muerte –o un dolor– afrontada santamente, sino «el misterio que se intuye detrás». De hecho, como editor, cuando se encontraba ante los textos, le parecía encontrarse ante algo sagrado, incluso con temor a publicarlo. ¿Qué quita el miedo a publicar algo así? «No teníamos que revelar nada, solo poner al lector ante el misterio de la vida de Marta». Así, el libro fue reescrito tres veces antes de que se presentara al público; una vez publicado, ha sido traducido al inglés y, ahora, al español.

Giorgio Bellavista habló de su hija. De cómo su encuentro con el Señor y la enfermedad de Marta han cambiado su vida. Le diagnosticaron el cáncer en 2006, consiguieron frenar su avance milagrosamente; reapareció dos años más tarde, en 2008. Giorgio Bellavista sostiene que su hija había sido, y sigue siendo hoy en día, un testimonio de Cristo, precisamente por el fuerte deseo, infinito, de ser amada; uno de los rasgos humanos que tiñe de color las páginas de Lo quiero todo. Cristo le conquistó el corazón, sin dejar fuera ningún aspecto de su vida, ni siquiera el cáncer. La enfermedad se convirtió en un motivo de conversión en el mismo hospital; y la puso en marcha para querer conocerse a sí misma y a quién pertenecía. La enfermedad y la conversión la llevan a convertirse en una mujer con la certeza de quién era ella misma y a Quién pertenecía.

Polverelli y Bellavista: dos personas cuya vida ha sido marcada y transformada por el encuentro con esta mujer, de formas absolutamente distintas. Para el padre, su hija era sangre de su sangre; Emanuele, en cambio, no llegó a conocerla. El padre tenía el rostro marcado por el dolor, pero no solamente por el dolor de la pérdida sino por el dolor de haber renegado de Dios, en un momento determinado de la enfermedad de su hija, y agradecido infinitamente por la existencia de Marta. Por este motivo, ambos ponentes hablaron de la vida Marta como «un vuelo que no se interrumpe». Hasta el punto de llegar a afirmar que «la vida de Marta no se cumplió una vez y ya está, sino que se sigue cumpliendo hoy».

Al acabar el encuentro nos preguntamos: ¿qué acaba de pasar ante nuestros ojos? Se percibe, como una intuición, el Misterio del que habla Emanuele Polverelli cuando se refiere a los textos de Marta Bellavista. Y es que «el problema en la vida no es un hacer, sino dejarse sorprender por uno que te quiere».