El puesto solidario de los voluntarios de Cesal en Sant Cugat

Chocolatada solidaria en Sant Cugat. Todo por un sí

Una cadena de imprevistos llevaron a Silvia a pensar que estaría sola ante el gesto anual de su comunidad en la campaña "Manos a la obra". Luego llegaron las sorpresas...

A mediados de octubre llamé a Silvia que junto a Carlos son el corazón de Cesal en Cataluña, para saber si habría chocolatada benéfica este año en la “fiesta de la Tardor” de Sant Cugat (Barcelona). Respuesta afirmativa: se llevaría a cabo el 27 de octubre y yo, contenta, me puse a su disposición. Al cabo de unos días Silvia me llamó para pedirme que la sustituyera y le dije que sí… Total, estaban Carlos, su marido, mis hijos y mi marido, que siempre habían colaborado en el montaje de las pasadas ediciones. Les informé para que me echaran un cable y la sorpresa me la llevé al descubrir que ninguno estaría el día 27, precisamente porque se había organizado una convivencia sorpresa para la despedida de soltero de mi hijo Alberto. Me entró pánico, tuve que preguntar: «Silvia, ¿qué es para ti Cesal?». No me hizo falta una gran respuesta porque enseguida me vinieron a la memoria los rostros de Rose, Pedro, Claudia, Flavia y también me acordé del bien que ha supuesto para mi hijo Alex estar en Perú con Cesal en 2015. Para mí, Cesal es el rostro misionero del movimiento, el rostro de Cristo en el mundo.

Había un pequeño grupo de whatsapp creado en 2017 y allí añadí a todos aquellos amigos que siempre, de una forma u otra, habían colaborado. Eran muchos, la verdad, y con alegría una gran mayoría era de mi grupo de fraternidad. Fueron contestando, y el que no podía venir esa tarde a vender chocolate nos ayudó divulgando la información y a través de la oración. Finalmente, el día 27 la chocolatada se anuló por la lluvia, pero el fin de semana del 10 de noviembre pudimos proponer una chocolatada a los vecinos del pueblo donde vivo, Sant Cugat, cerca de Barcelona. Montamos una paradita llena de detalles bonitos porque bella es nuestra historia. Sucedieron muchas cosas bonitas. Hasta el castañero de la paradita de al lado (¡éramos su competencia!) nos prestó su carpa porque la nuestra, aun a pesar de contar con tres ingenieros, no se lograba montar. Al final éramos tantos voluntarios que casi me tocó hacer de espectadora, así que aproveché para hacer fotos.



Otro regalo: Pablo nos hizo de benefactor con su chocolate de primera categoría, nos prestaron muchas chocolateras, debajo de las mesas había una batería de ollas gigantes llenas de chocolate humeante… Vendedores, cajeras y amigos iban con el peto de Cesal por la plaza animando a la gente a comprar chocolate y explicando quiénes éramos y por qué estábamos allí, vendiendo chocolate en nuestro tiempo libre para un proyecto de Cesal. Conscientes de que nuestro sí se había dado para la Gloria de Cristo. Recaudamos casi 600 euros. Por la noche, sentada en el sofá, estaba cansada pero agradecida, pensando que nuestra compañía y amistad es realmente un milagro, un don inmenso que nos anima continuamente a decir sí… como la Virgen María. El sí de cada uno ha permitido hacer visible un pueblo lleno de conciencia y con una alegría feliz.
Silvia, Sant Cugat (Barcelona)