Hemos venido aquí porque queremos conocer y amar cada vez más al que es el amor de nuestra vida, a Cristo. Esto es lo que marca el objetivo de nuestra vida, como hemos cantado: «decírselo cantando a todo el mundo» (Ser poeta). Conocer y amar a Cristo para que nuestra vida pueda ser realmente un canto que habla de Él.
Proponemos hoy un recorrido con tres pasos, con esta finalidad que he dicho.

1. Cristo nos atrae hacia sí
Con motivo del Jubileo de los Movimientos, el papa León XIV ha señalado que los movimientos están llamados a «colaborar fiel y generosamente en la unidad y en la misión de la Iglesia». Indicaba la unidad y la misión como los dos pilares de la vida de la Iglesia, una unidad que tiene su fundamento en Cristo: «Él nos atrae hacia sí y así nos une también a nosotros».
Una atracción que tiene que ver con algo que me define a mí, a ti, que nos define a todos: el deseo de cumplimiento, de ser felices que tenemos dentro. El deseo que tenemos de que nada se pierda, de que nuestra vida sea fecunda. Por eso podemos preguntarnos: ¿qué significa que el deseo de cumplimiento que define el corazón humano encuentra respuesta dentro de la pertenencia a Cristo?(...)