Voluntarios limpiando calles en Paiporta. Imagen: Ayuntamiento de Paiporta

Mirar o no mirar

El manifiesto de los Bachilleres en España ante la DANA en Valencia y las preguntas que despierta

La DANA que golpeó Valencia hace apenas unos días ha dejado huellas físicas, daños materiales y centenares de muertos. Todavía hoy miles de voluntarios y miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado continúan buscando cadáveres en vehículos, garajes e incluso entre los cimientos de varios edificios en construcción. Hemos visto con nuestros propios ojos la fiereza del agua. Y esta vez no ha sido un huracán atlántico ni un tifón en el mar de China, sino unas lluvias torrenciales concentradas en nuestro país.

Ante este fenómeno misterioso, rápido y violento tenemos la libertad de “mirar o no mirar”. Y no es una elección banal. La primera opción nos llena de silencio y de preguntas; la segunda nos vuelve más necios. Si no miro a la cara lo ocurrido en Valencia, ¿estaré en disposición de mirar de frente los problemas en casa, las dificultades con el estudio, las inquietudes en las relaciones con mis amigos o las crisis afectivas? Mirar o no mirar la realidad que nos rodea tiene un profundo impacto en nuestra vida personal y comunitaria.

Afirma Giussani que «el sentido religioso coincide con aquel sentido de dependencia original y total que es la evidencia mayor y más sugestiva para el hombre de todos los tiempos. (…) Estamos como ante una voz que nos llama. Podemos responderle o no; pero no podemos impedir que nos llame». ¿Por qué merece la pena vivir?, ¿cuál es el significado de mi existencia?, ¿por qué muere gente inocente?, ¿qué sentido tiene mi vida?, son preguntas que surgen de lo más íntimo de nuestro ser. No queremos huir, queremos mirar todo.

Por otro lado, las inundaciones han puesto en evidencia algo sorprendente: esos jóvenes de quienes solemos desconfiar han agarrado la escoba y se han sacrificado por sus vecinos. ¿Para qué es la vida sino para darla? Se ha despertado en ellos un deseo que estaba ya latiendo en sus corazones, y es que a veces un drama hace aflorar lo más original que tenemos dentro. ¿Cómo ayudarnos a mantener viva esta necesidad, este impulso verdadero?

Quizá es en este mismo ímpetu de darse donde comienza una búsqueda más profunda, una pregunta más radical: ¿Puede alguien verdaderamente salvarlo todo? La fe no es una solución mágica. No comprendemos el sufrimiento humano ante la tragedia, pero sí podemos elevar esta pregunta a Dios. Tenemos la certeza de que, por cada muerte y cada corazón sufriente hubo un hombre, Jesús de Nazaret, que decidió voluntariamente cargar con ese dolor en la cruz. Y Él mismo le ha susurrado durante estos días a cada persona fallecida: “No temas, hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso”. No han desaparecido en la nada, no han tenido una existencia absurda, han caído en las manos de quien venció a la muerte.

Bachilleres de Comunión y Liberación