Presentación del manifiesto de la CdO en Madrid. Foto: Ángel Romero

«No ha pasado el tiempo de hacer de la fe cultura»

Presentación en Madrid del manifiesto de la Compañía de las Obras por las elecciones europeas, con monseñor Luis Argüello, la profesora María Teresa Compte y el periodista José Luis Restán
Juan Carlos Hernández

«Nuestra experiencia de fe nos empuja a comprometernos con todo, incluida la política, por eso hemos realizado este manifiesto y organizado este diálogo», expresaba el presidente de la Compañía de las Obras en España y moderador del acto, Juan Sánchez Corzo.

A su lado, María Teresa Compte, profesora de Doctrina social de la Iglesia, destacó que «el sujeto político no son las naciones ni los estados sino los pueblos. Y es el pueblo el que debe promover la articulación de un orden político de convivencia pacífico. Y este debe ser el fin último de la política, la promoción de relaciones pacíficas de convivencia a la cual el proyecto europeo debe tender. La amistad cívica debe ser su motor espiritual ya que solo esta y el amor pueden promover la paz».

Compte alertó de dos tentaciones. «La tentación maquiavélica, disfrazada bajo la falsa apariencia de que podemos buscar un bien mayor, pero que en realidad busca la conquista del poder de un modo ilusorio e inmediato. Y la tentación de subordinar lo espiritual a lo político. Es extraño a la tradición cristiana creer que los principios que inspiran nuestro obrar político sean derecho revelado. La política no pertenece a la esfera de la teología sino a la ética», decía citando al cardenal Ratzinger.



El periodista José Luis Restán, presidente de Abside Media, afirmaba responder como cristiano y como ciudadano e hizo hincapié en la necesidad de ser realista. Explicó que el contexto cultural y ético de la Europa actual es muy distinto de «aquel en la que nace la Unión Europea, donde el cristianismo era el ethos y estaba en el origen del proyecto de construcción europeo. Hay un cambio cultural profundísimo que ha experimentado Europa y eso hace que las legislaciones, reglamentos, las narrativas de las instituciones y también de la sociedad civil europea estén muy alejadas de la tradición cristiana en la que nos reconocemos y queremos encarnarla y vivirla hoy. Ante este hecho, ¿nos tenemos simplemente que oponer? ¿Basta con resistir?», se preguntaba el periodista.

«Habrá cosas a las que puede ser justo y humano resistir y oponerse pero ninguna de estas cosas, que parcialmente pueden tener su verdad, explican el modo justo de involucrarnos hoy sino que se trata de implicarnos con el realismo de la fe y con libertad». El presidente de Abside Media alertó del riesgo de tener una imagen de Europa totalmente ideal pero que «no existió nunca, ni siquiera en la Edad Media, en la que hubo grandísimas contradicciones con el Evangelio. El cristianismo siempre ha sido una tensión, una educación, un intento de construir un mundo mejor que nunca se ha conseguido del todo y nosotros hoy también podemos hacer ese intento. Es necesario vivir el momento presente con realismo y sin nostalgias de la cristiandad antigua. En el momento actual el cristianismo también tiene la posibilidad de ser reconocido por el corazón del hombre que sigue buscando». Al Estado y sus construcciones, prosiguió Restán, hay que pedirle: «1) libertad, 2) seguridad porque donde no hay Estado de Derecho cunde la ley de la selva, y 3) un sistema razonable de bienestar. Y en función de esto hay que votar. Lo que no podemos pedirle al Estado es que sea el garante de los valores cristianos».

Monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, tomó el manifiesto como ejemplo de que «estamos llamados a hacer una propuesta pública y a un cristianismo confesante con capacidad de generar tejido social, amistad y fraternidad». El arzobispo de Valladolid mostró su preocupación «porque la gente me dice “yo no quiero ir a votar” y yo les digo “sí, hay que votar pero no solo hay que votar. Es necesario ofrecer caridad política”. Que ofrezcamos la caridad que hemos paseado por las calles el día del Corpus Christi». Argüello describió el momento actual de incertidumbre que genera en nosotros el deseo de tener un punto donde agarrarnos. «El tiempo de la cristiandad se diluye pero sin embargo no pasa el tiempo de hacer de la fe cultura y de que seamos capaces de generar una fe que encarnándose genere estilos de vida, modos de organizar la convivencia… Sentimos una llamada a poner la confianza más en la gracia que en el poder».

Citando al papa Francisco, el arzobispo remarcó que «es necesario caer en la cuenta de la relación entre antropología, economía y política. Las reglas del juego de la economía y las políticas a su servicio tratan de construir una antropología. En este contexto es necesario caer en la cuenta de la relación que existe entre la compresión de la persona, del matrimonio, de la familia, de la política, del bien común… es una de las cuestiones decisivas de este tiempo. La perspectiva católica es capaz de poner en relación al Misterio trinitario, la persona no reducida a individuo, el matrimonio abierto a la vida, economía del bien común y política. La justicia social es uno de los pilares de la doctrina social de la Iglesia, y es distinto de políticas compradoras de votos que no merecen ser llamadas justicia social». Descendiendo aún más en lo concreto, monseñor Argüello mostró su preocupación por el «fortísimo problema de acceso a la vivienda (que afecta a una de las propuestas que hacemos como es la familia y una familia abierta a la vida) y la situación de los inmigrantes».

Para concluir el acto, los tres ponentes coincidieron en que Europa es plural y en este terreno los cristianos deben moverse buscando puntos de encuentro, a pesar de la dificultad, con sus hermanos los hombres. El moderador concluyó afirmando que «la construcción de Europa es siempre algo en camino que ningún resultado en las urnas puede dar por cerrada».