«¿Y la Iglesia? Pido la palabra»
Crónica de una conversación sobre la actualidad social y política en España y el papel de los cristianos con el arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús SanzEl pasado 12 de enero tuvo lugar un encuentro organizado por la Asociación Cultural Newman, la Asociación Cultural Aquí y Ahora y el Jovial Cetáceo, que consistió en una entrevista a monseñor Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo. El punto de partida (y el título del encuentro) era un artículo de Sanz publicado en ABC. El artículo arrancaba con la pregunta que muchos fieles de su diócesis le habían hecho ante los graves sucesos actuales en la sociedad y la política española: «¿la Iglesia no va a decir nada? ¿Por qué calla y está como ausente?». El obispo arrancó con una ironía: a quienes le dicen: «usted se mete en política», él responde: «todo lo que puedo».
Nos explicó los términos del chantaje y censura de la posmodernidad: «no digas nada fuera de la sacristía. Si lo que dices no trasciende, puede que incluso te la financiemos» para afirmar a continuación que la Iglesia tiene la obligación de hablar sobre todo de cuestiones prepolíticas, de los fundamentos de la vida en común, que es un aspecto muy olvidado del debate. Y la razón de ello es que todo lo que tiene que ver con la vida ha sido abrazado por Jesucristo. Dios asume mi humanidad con todos mis registros y circunstancias. Para Cristo, el punto de partida es el drama humano, y los evangelios están llenos de estos ejemplos: Nicodemo, la Samaritana, Zaqueo, los niños que juegan, la viuda que deja en el cepillo del templo todo lo que tiene... Jesús está atento a todo ello. Por ello, la tradición de la Iglesia a lo largo de los siglos ha ido creciendo en madurez y abordando cuestiones delicadas y esenciales a la luz de la conciencia de ser la continuidad de Cristo en la historia: la economía, el trabajo, la justicia, la guerra, el terrorismo, la libertad política y los totalitarismos… todo ello dentro de lo que se conoce como Doctrina Social de la Iglesia.
A continuación nos habló del valor que supuso para él la definición de don Giussani de la «amistad: una compañía guiada hacia el destino». Desde la cosmovisión católica, no somos senderistas solitarios que se mueven con su particular ingenio, con mapa y brújula propios. Necesitamos una compañía, una amistad para llegar a nuestro destino. Mis preguntas a veces se adormecen o son censuradas. Es amigo el que despierta las preguntas. No lo es quien las censura o las oculta. Estamos necesitados de corrección, de quien nos cure las heridas, de una comunión que libera, sostenida por la verdad. Necesitamos estar despiertos y vivos, no dormidos y secuestrados. La experiencia cristiana tiene la capacidad de «hacer nuevas todas las cosas».
Cristo tiene la pretensión de ser una respuesta al «hoy» de la historia. La Iglesia tiene algo que decir, algo que es verdaderamente interesante sobre la vida cotidiana y decirlo en voz alta. Lo dice a través de nosotros. Pedimos la palabra para hablar de lo que creemos, de lo que vivimos. Tenemos que salir de la trampa del irenismo, del no crispar, de evitar a toda costa el ser incómodos. De este modo nos llevamos bien con todos al precio de ser anodinos y no aportar nada desde nuestra responsabilidad cristiana.
Monseñor Sanz no evitó un juicio sobre la situación política española. «Cuando la política no tiene el bien común como horizonte primario y como criterio para las transacciones políticas y se busca el beneficio particular o partidista, la política no se está planteando bien y ello crea división en la sociedad». Cuando no se respetan las normas que nos hemos dado o se usa la mentira, se actúa como si ningún daño hubiera sucedido, o se corrompen los organismos que han de juzgar la adecuación de las leyes o se ponen de manifiesto el desprecio a la verdad, se engaña la buena conciencia de la sociedad, haciendo de una legítima aspiración un camino torticero. Es una trampa demasiado monumental como para resultar aceptable, pues «hay cuestiones previas que son falsas que no hacen el honor ni las cuentas con la verdad».
En respuesta a este desafío no caben las quejas. Tenemos una responsabilidad educativa primordial para ayudar a todos a identificar y distinguir lo que es verdadero, bello y justo. Para aprender a pensar por nosotros mismos y resistir a las propuestas machaconas. Debemos ser provocativos y acompañar y dejarnos acompañar. Vivir la realidad delante de todos. Cristo no vino a pelearse con la oscuridad, sino a dar luz. Estamos llamados a ser el candelabro que lleva a luz de Cristo. Jesús Sanz nos ha mostrado una posición genuinamente católica, completamente opuesta al dualismo fe-vida. Nos ha invitado a vivir en una compañía que nos despierte y nos corrija, y viviendo de ella, a ser provocativos, a llevar al mundo la tan necesaria luz de Cristo.