Saludo de Ángel Misut en la misa presidida por el obispo de Getafe

Una mirada conmovida ante las necesidades de los hombres

La Casa de San Antonio ha celebrado sus “bodas de plata” con una misa presidida por el obispo de Getafe y un encuentro con el periodista José Luis Restán
Ángel Misut

«La caridad te haga siervo, ya que la verdad te ha hecho libre». Con esta frase de san Agustín, que constituye el lema de nuestra asociación, afrontamos la celebración de las “bodas de plata” de la Casa de San Antonio. Nuestro obispo, monseñor Ginés García Beltrán, presidió la celebración eucarística con la que iniciamos este acontecimiento. Queríamos ofrecerla por el eterno descanso de los voluntarios que nos han dejado, liderados por el padre Antonio Anastasio, y queríamos que fuera en la parroquia de San Juan Bautista de Fuenlabrada, porque es lugar donde nació la obra social, nuestra casa.

Don Ginés nos regaló una preciosa homilía en la que conjugó el evangelio del día con las consecuencias de poner en juego la caridad que nace de la fe, en la dedicación a la atención de los más necesitados. La compañía de nuestro pastor fue un gesto de paternidad que nos ha dejado enormemente agradecidos. Para finalizar, el obispo nos dejaba un mensaje nítido para todos los implicados en la Casa de San Antonio: «Seguid con vuestra esencia de vivir la caridad y renovad la comunión eclesial».

El listón había quedado muy alto para el encuentro que estaba programado a continuación, pero el ponente, el periodista José Luis Restán, aceptó el reto y lo superó con una enorme solvencia, para deleite de un salón parroquial abarrotado de asistentes. Nuestro invitado comenzó parafraseando a Luigi Giussani: «La civilización no es el resultado clamoroso de la acción, sino el fruto de la conciencia con la que se genera la acción», para presentar a continuación el primero de los tres puntos en los que desarrollaría su ponencia.

¿Cuál es la conciencia que os ha traído hasta aquí, durante estos veinticinco años? Partiendo desde lo que ha conocido en sus numerosas visitas a nuestra casa y los testimonios que ha tenido oportunidad de conocer a través de muchas de las personas implicadas en la obra, Jose Luis señalaba en primer lugar «una mirada diferente sobre el otro, que reconoce en él un bien radical», y lo sitúa como el punto de partida de un ímpetu de acogida y de construcción estable. «Esa mirada –afirma– no ha sido fruto de una sensibilidad particular de alguno de vosotros, aunque esto pueda ser una ayuda, ni tampoco una acumulación de generosidad. A lo largo de la vida de la Iglesia, la caridad se ha convertido en un factor de construcción histórica, porque había un pueblo que vivía de la fe».

En este punto citaba a Benedicto XVI (Caritas in Veritate) recomendando el recuerdo permanente de esta frase: «La caridad es la matriz de la que nace una cultura nueva de la que nacen obras que hacen posible el verdadero desarrollo», afirmando a continuación que este abrazo al otro ha generado una cultura nueva que ha hecho posible todos los programas que la obra ha puesto en marcha.

El ponente daba un paso más para situar el reconocimiento de la necesidad de las personas que atendemos como un eco de nuestra propia necesidad, que viene a constituirse como un factor esencial, porque «esta asociación no se ha conformado con ir respondiendo poco a poco, o como podía, a las diversas necesidades que percibía en el otro (casa, alimento, seguridad, etc.) sino que, con todas las personas que han venido a vuestro encuentro, habéis compartido el sentido de vuestra vida, que es la raíz de toda necesidad particular. No hay verdadera casa si en ella no se custodia el significado de la vida».
Restán terminaba el primer punto de su intervención afirmando: «Habéis descubierto, frente a la necesidad de muchos hombres y mujeres, sin poder ni grandes recursos, una conmoción ante esta necesidad, vivida en el seno de la Iglesia, que os ha hecho salir de vuestra zona de confort y dar una respuesta a ello».

“Hacer con otros” es el segundo aspecto en el que nuestro invitado se detuvo para incidir inmediatamente en la necesidad de una comunión fecunda y abierta. «Esta obra es fruto de una comunión viva».
Por último, nuestro invitado se detendrá en afirmar que no somos nosotros los que derrotamos al mal o a la soledad. Para identificar el tercer punto que quería desarrollar, citó de nuevo a don Giussani en lo que consideraba como «intentos irónicos» para advertir seguidamente sobre la posibilidad de dejarnos impregnar por una mirada amarga, como consecuencia del balance de nuestros resultados, o por el peso de algunas heridas, o también por la desproporción entre lo conseguido y lo que, hipotéticamente, se podría conseguir. «Se requiere que cada día demos nuestro “sí” renovado, libre y personal porque no existe un seguro que nos garantice que en el futuro vivamos algo tan bello como lo que vivimos ahora». La receta que José Luis nos ofrece para que no venza el cansancio, la decepción y la amargura, es muy sencilla: «recorrer el camino siendo fieles al acontecimiento de Cristo que vive en su Iglesia».
Nuestro invitado finalizaba su brillante intervención citando de nuevo a Benedicto XVI: «Si bien la técnica y la política son siempre necesarias para construir la ciudad común, lo que transforma realmente el mundo en su raíz es la fe que obra mediante la caridad».