La compañía necesaria para construir un bien en la sociedad

La Compañía de las Obras ha organizado un encuentro titulado “Iniciativas que transforman: aportaciones y exigencias en el ámbito político”
Juan Carlos Hernández

«En un momento marcado por el hartazgo y las desafección hacia la política hemos querido darle el protagonismo a las obras. No queremos caer en la desafección, pero caemos, y por eso nos juntamos». Así presentaba el acto, Juan Sánchez Corzo, presidente de la Compañía de las Obras (CdO) en España. «El protagonista de la construcción social –continuaba el moderador– es la persona, las asociaciones vienen luego, no podemos delegar en otros, pero al mismo tiempo la persona no construye sola y surgen muchos tipos de organizaciones».

En un primer bloque el presidente de la CdO pidió a los ponentes que describieran la experiencia y el origen de sus respectivas iniciativas.
Una de ellas es Familias para la acogida. Su presidente, Jorge Prades, afirmaba que «un hijo no es un objetivo a conseguir sino un regalo». En España hay 40.000 niños y adolescentes sujetos a medidas de protección por diferentes motivos y tutelados por la administración pública. «Sería ideal que los niños pudieran crecer en el seno de su familia biológica y si esto no es posible que crezcan en un entorno familiar que es donde puede servir nuestra asociación. La acogida cambia el corazón –decía Prades– estos niños que han sufrido un abandono necesitan que se les responda a la pregunta “¿por qué me quieres?”».

Otra iniciativa, llena de gratuidad, es la llevada a cabo por un grupos de profesores de Barcelona en la construcción del colegio Liceu politècnic para que «los chavales descubran que ir a la escuela merece la pena y, a través del colegio, que la vida merece la pena». La iniciativa surgió de un grupo de amigos que conocían otras realidades similares en Madrid e Italia. «Surgió el deseo de hacer algo así y nos embarcamos en un colegio por el deseo de educar libremente, por educar como veíamos que funcionaba en otros sitios, ofrecer lo que habíamos encontrado», testimoniaba Lluis Seguí, director del colegio y unos de sus fundadores. Una propuesta de este tipo rompe con el esquema habitual en Cataluña, donde se asocia una buena educación con una educación necesariamente cara. No es un colegio católico, donde prima la identidad, sino que es un colegio abierto, lo cual no quita que presente una propuesta clara, según su director.

La Casa de San Antonio está en Fuenlabrada, una ciudad al sur de Madrid formada por inmigrantes, como describía uno de sus promotores y actual presidente, Ángel Misut. Una ciudad con una altísima tasa de desempleo, especialmente grave entre las mujeres. «Trabajamos con personas sin hogar y tenemos una red de acogida con muchas familias que aun teniendo casa no llegan a fin de mes». Misut insistió en que para una adecuada integración y para poder acceder a su sistema de acogida es imprescindible que la persona busque activamente un empleo. La persona es la primera protagonista que debe tomar una decisión para superarse.



En un segundo bloque, el moderador preguntó sobre la relación de sus obras con las distintas administraciones públicas.
Misut relató cómo al poco de comenzar la Casa de San Antonio fueron a ver al concejal de los Servicios Sociales que «nos dijo: “no os molestéis, en Fuenlabrada no hay personas sin hogar”. Lo cual era una negación de la realidad. Unos meses después inauguramos una casa de acogida que no ha dejado de estar a tope. Nos ha costado pero actualmente la relación es muy buena y fluida, ya que el sistema social reconoce que no se puede hablar de personas sin hogar sin tener en cuenta la Casa de San Antonio en Fuenlabrada. De hecho, el ayuntamiento de Alcorcón, localidad cercana a Fuenlabrada, vino a buscarnos para que hiciéramos allí lo mismo. Con el tiempo nos dan la razón por exigir que la persona tenga una actitud activa de búsqueda de empleo, porque hay cosas que no se pueden resolver con dinero».

Jorge Prades indicaba que el modo de relacionarse con la administración no requiere un método distinto del modo de mirar al niño que acoges. «Nuestras familias comprenden que al acoger a ese niño es necesario trabajar por rehacer esa familia biológica y esa mirada llega al trabajador social, y se preguntan por qué miramos así. Como el técnico de la administración que se da cuenta de que estamos dispuestos a acoger al niños con discapacidades, lo cual les sorprende enormemente».

La experiencia de Seguí con la administración no ha dejado de ser tensa y compleja. «La educación es el mundo más politizado porque es donde se gesta el futuro político –decía Seguí–. Existe un ambiente dominado por un proyecto político que usa la lengua y la tradición de una determinada manera. Luego hay un segundo nivel de complejidad que es la burocracia y un último escollo es la dificultad económica. Muchos alumnos no pueden pagar, hay una asfixia económica. La escuela concertada no existe gracias a la administración, sin duda es un servicio público, sino que existe por la iniciativa de gente que se la juega», afirmaba el director del Liceo Politècnic.



A la pregunta que cerraba el encuentro sobre lo que aportan a la sociedad, Seguí describía su colegio como un modelo de libertad. «Es un colegio donde pasan cosas». Ponía el ejemplo de una chica que al terminar su etapa en el instituto «les daba las gracias a los profesores por ser fieles a su vocación, porque “sin esto yo me hubiera perdido”, afirmaba la joven».
Misut decía que «aportamos una mirada diferente sobre las personas que atendemos. Luchamos por no sustituir al otro y que se ponga en marcha, y esto tiene sus frutos. Por ejemplo, un matrimonio cubano que atendimos nos dijo que ellos también querían hacer lo que hacíamos nosotros y se ofrecieron como voluntarios. Luego nos dijeron: “no solo queremos hacer lo que hacen ustedes sino que queremos vivir como ustedes”, y se casaron por la Iglesia».
Prades contaba una ocasión en que fueron a hablar con un político y este les pidió perdón –para su sorpresa– por un retraso en la financiación, reconociendo que muchas familias dependen de esa financiación para poder sostener a los niños acogidos.
Sánchez Corzo finalizaba el acto destacando que «la realidad que nos toca afrontar es compleja y tenemos muchos desafíos por delante. De hecho, la tarea está fuera de nuestro alcance. Por eso, es necesaria una compañía, por eso existe la CdO».