«Etty Hillesum podría ser una chica de hoy, aunque sea del siglo pasado»
Estudió periodismo y nunca había pensando en la interpretación, pero una serie de encuentros “casuales” la ha llevado al escenario de una sala teatral en Madrid. Hablamos con Carla VilallongaDurante este mes de noviembre, la madrileña sala teatral Arapiles 16 alberga en su cartelera una breve pero intensa obra teatral dedicada a Etty Hillesum. En apenas una hora se van encadenando sin tregua una serie de escenas que recorren algunos de los momentos y pensamientos de esta joven judía que escribió sus diarios durante la Segunda Guerra Mundial y sus últimos días en un campo de concentración. Una representación impactante que refleja el impacto que su historia causó en Carla Vilallonga, protagonista y productora de esta obra, titulada 500x600, que llega a los escenarios de manera presencial después de que su estreno en EncuentroMadrid 2020 tuviera que ser solo online, debido a la llegada de la pandemia.
Estudiaste periodismo y te dedicas a la comunicación, ¿de dónde te viene lo del teatro?
Me apunté a teatro a los 20 años por una crisis existencial después de intentar ser feliz de un montón de maneras y cada vez era un fracaso mayor. En un cumpleaños conocí a un chico que hacía interpretación y me fascinó tanto que al día siguiente me apunté. Marcó un antes y un después en mi vida. Actuar me daba esperanza y seguridad. Ahora soy yo la que da clases de teatro y veo que a mis alumnos también les pasa: es un lugar seguro donde haces cosas que normalmente no harías pero sabes que nadie te juzga, y llegas a descubrir cosas de ti mismo que no conocías. Es como si se abriera un nuevo canal, más aún en un momento como este, en el que no nos comunicamos mucho, y desde luego no nos comunicamos muy bien. El teatro es un espacio donde estás llamado a comunicarte, y en ese sentido es muy liberador.
¿Cómo te llega este proyecto?
Sentía con mucha fuerza el deseo de hacer un proyecto propio y entonces conocí a Etty, primero a través de la lectura de sus diarios. Me impresionó mucho la actualidad que tiene su vida. Podría ser una chica de hoy, aunque sea del siglo pasado. Así empezó mi relación con ella. Aborda cuestiones muy profundas: por un lado, desde toda la superficialidad y mundanidad que somos, y por otro lado desde toda la grandeza humana. Eso me gustó mucho porque todos somos esa mezcla de grandeza y superficialidad, y está bien que sea así. No tenemos que ser perfectos. Creo que lanza un mensaje que hoy es muy necesario, sobre todo en un mundo como el actual, donde el consumo de antidepresivos es tan alto porque la gente no sabe por qué vivir. Etty también sufría esa angustia por momentos, y hace un camino muy bonito que me hacía sentirme muy identificada.
¿Qué novedad puede ofrecer Etty Hillesum al mundo de hoy?
Ese fondo de desesperación, esa ansia por encontrar algo cueste lo que cueste, ofrece un punto de fraternidad con Etty, sumado al hecho de que Dios sale a tu encuentro ahí y te redime. Hay un momento en que ella habla directamente con Dios en la obra, justo después de abortar. En ese momento, cada vez que lo interpreto, yo vuelvo a experimentar la redención de Dios, pase lo que pase, hagas lo que hagas. No hay nada que impida el hecho de que Dios te redima. Estamos en un mundo donde me parece muy dañina la idea de que hay que dar una imagen de perfección, tener un cuerpo perfecto, lograr una vida perfecta, siempre alegre, no puedes mostrarte triste ni cometer errores, estamos rodeados de etiquetas y Etty se las carga todas. Eso me hace interpretarla con mucho gusto. Aunque es cierto que puede descolocar a quien se encuentra con ella de esta manera. De hecho, la Etty que ha salido es diferente de la que yo me imaginaba cuando leí sus diarios. También es cierto que esta Etty no es producto de mi imaginación sino del trabajo de tres personas, y eso es muy bonito.
¿Cómo fue tomando forma la obra?
Un verano fui al Meeting de Rímini y casualmente había una exposición dedicada a Etty Hillesum. Al ver sus fotos en los paneles y leer sus palabras se iba abriendo en mí el deseo de que esta chica se encarnara, que pudiera expresar todo su drama de manera carnal, no solo en unos paneles. En Navidad me releí el diario de Una vida conmocionada y me pareció una montaña gigante, imposible de representar en una obra de apenas una hora. Como me parecía imposible, busqué ayuda y en la universidad me enteré de que también había habido una representación teatral sobre Etty en el Meeting hacía diez años. La había escrito una periodista italiana, Maria Corradi. Me puse en contacto con ella y, sin conocerme de nada, estuvo muy disponible y me pasó su texto. Sobre él es sobre el que hemos trabajado, aunque no es igual. Lo hemos reducido a la mitad y la forma de representar también es diferente. Allí era muy hablado y sin escenografía. Nosotros, con la ayuda de la directora que trabaja conmigo, utilizamos un lenguaje mucho más físico. Lo que antes se decía en un texto lo decimos en una frase, en tres palabras. Es una aproximación muy distinta, aunque la esencia sea la misma. Hemos tenido que hacer un trabajo de selección.
¿Cómo ha sido esa labor de selección?
Cuando fui buscando ayuda a la escuela donde estudié teatro me pusieron en contacto con la directora, Paola Pozzo, que me propuso buscar un músico. Hicimos un casting y así se incorporó al proyecto Javier Monsalve. Empezamos a trabajar el texto con él. Esa labor consistía en buscar la esencia de cada texto, viendo qué nos inspiraba a cada uno, a mí a la hora de interpretar y a él a la hora de tocar. Fue un proceso muy artesanal, largo pero precioso. Después Monsalve se fue a vivir a Alemania, así que en Arapiles no está él, sino Andreas König. Incorporar esta figura masculina ha sido muy importante porque no solo permite que haya música sino que también interprete a todos los personajes masculinos, desde un nazi hasta el amante de Etty, lo que convierte la obra en una serie de escenas que son como “aperitivos” para despertar el deseo de conocer mejor a esta mujer, que es de lo que se trata.