Job, la prensa española y el coronavirus

«Es tremendamente interesante seguir la prensa española en estos días porque en ella podemos recrear el diálogo entre Job y sus amigos». Un recorrido por la prensa en paralelo al libro de Job
Ignacio Carbajosa y Alfonso Calavia

«Había en la tierra de Hus un hombre llamado Job» (Job 1,1). Así comienza el relato que tiene a Job como protagonista. Sabemos cómo sigue: Job era justo y rico, pero en poco tiempo la desgracia cae sobre él y pierde todo. Postrado en un muladar, abandonado, se debate entre el silencio y el grito. No es difícil encontrar un paralelismo con la situación que desde hace semanas vive más de la mitad de la humanidad: en pocos días se ha pasado de la prosperidad despreocupada al confinamiento para protegerse de la desgracia, que cuenta los muertos por decenas de miles y los daños económicos por miles de millones.



Como a Job, de repente, la realidad se nos ha impuesto sin tapujos, arrancando de cuajo el velo del sopor al que nos habíamos acostumbrado. Lo ha señalado agudamente J. Á. González Sainz: «En la vida de un país o de una persona, hay veces en que la realidad, la realidad más descarnadamente real, la más cruda y menos guisada por las recetas y los cocineros de mentalidades y relatos, irrumpe de repente con una violencia pavorosa a la que no estábamos acostumbrados». Poco sirven entonces nuestras defensas; es más, continúa el escritor, «el hábito de sustitución de las cosas y los hechos por su uso estratégicamente fraudulento, de la realidad por la ideología, de la verdad por la costumbre impune del embuste y de lo crucial por la banalidad nos pone en las peores condiciones para enfrentarnos a una venganza de la realidad en toda regla» (El Mundo, 20 de marzo).



«La realidad nos ha forzado a situarnos en el terreno hasta ahora muy descuidado de los hechos», afirma el también escritor Antonio Muñoz Molina. ¿Qué terreno habitábamos antes? «Nos habíamos acostumbrado a vivir en la niebla de la opinión, de la diatriba sobre palabras, del descrédito de lo concreto y comprobable, incluso del abierto desdén hacia el conocimiento. El espacio público y compartido de lo real había desaparecido en un torbellino de burbujas privadas, dentro de las cuales cada uno, con la ayuda de una pantalla de móvil, elaboraba su propia realidad a medida, su propio universo cuyo protagonista y cuyo centro era él mismo, ella misma» (El País, 25 de marzo). El virus, apunta la novelista uruguaya Carmen Posadas, «nos ha obligado a regresar a un terreno hasta ahora abandonado: el de los hechos» (ABC, 13 de abril)...

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