Venezuela. Seguir lo que sucede

Provocado por «cómo viven allí donde viven» los amigos de la comunidad venezolana de CL, decidió viajar allí en cuanto pudo. «¿Puede ser fruto de la capacidad de unos hombres comprometidos con su sociedad todo lo que he visto?»

«¡El origen es Aquel que te da todo lo que eres y lo que tienes! Y esto vale para todos. También para aquellos que se encuentran en graves dificultades, como nos ha testimoniado un amigo nuestro de Venezuela, país que atraviesa una situación verdaderamente dramática. Durante un viaje a Italia, al término de un encuentro, los amigos de una comunidad nuestra le ofrecieron dinero, deseosos de contribuir a las necesidades de los amigos venezolanos, pero él no quiso aceptarlo y les pidió que lo ingresaran en el fondo común de la Fraternidad. Les dijo: “Sin la Fraternidad, mi obra no tendría futuro”. Es un ejemplo de que el gesto del fondo común es verdaderamente un punto educativo de nuestra conciencia de pertenencia», cuenta el cuaderno de los Ejercicios de la Fraternidad de 2017 en su página 76.

Cuando, allá por octubre de 2017, trabajamos este punto en la Escuela de comunidad de Osuna, algunos se sintieron escandalizados por el gesto de este amigo venezolano. «Si tiene amigos que le dan el dinero y tienen gran necesidad, ¿qué problema hay en aceptar el dinero y salir corriendo?», me decían. Yo les dije que buscaría el contacto de ese amigo y el que quisiera que le escribiera para preguntarle. Al día siguiente el que escribió a aquel amigo fui yo. Ahí comenzó una sorprendente relación epistolar que no solo aclaró su actitud, sino que me permitió amar más la Fraternidad. Y enamorarme de la obra de aquel amigo que salía a mi encuentro.

Otro amigo me hizo ver que, como en los evangelios, Cristo acontecía allí donde iba. Jesús les decía a sus discípulos: «voy a Jericó», y allí se encontraba con Zaqueo. Aquel que no iba detrás de Jesús se perdía la cena en casa de Zaqueo. Por eso es un acontecimiento.
En estos dos últimos años, Jesús me ha dicho claramente, a través de rostros muy concretos: «voy a Venezuela». Y yo sería un necio si no fuera a buscarlo. Así que fui, como la Magdalena iba al sepulcro, en tensión, buscando el amor de mi alma. No hay nada más razonable en la vida.

Estando allí, pude participar en una asamblea que tuvieron una tarde para abordar la situación de las obras. Un momento único sorprendentemente marcado por la fe. ¡Cuántas veces nos sucede que para hablar de gestión dejamos la fe al otro lado de la puerta! ¡Qué conciencia de la verdadera necesidad! ¡Qué corrección tan fraterna verlos jugarse la vida entre ellos hasta el extremo último de su necesidad más última! Todo, todo, todo puesto en juego en esas horas inolvidables.
Una asamblea así no es fruto de una capacidad, de un esfuerzo o de unas normas. Es fruto de la Gracia que ha alcanzado a estos amigos, de la necesidad que tienen, del seguimiento al carisma y de no dar por descontado nada de lo que sucede. La consecuencia de vivir así es que no he visto víctimas, para ellos el punto de partida no es una queja sino la propia realidad, convertida en aliada.

Me ha impresionado mucho ver cómo se la juegan entre ellos, reclamándose a poner delante las necesidades últimas, a no hacer norma fija en el reparto de la bolsa solidaria, en la responsabilidad personal de cada uno que recibe medicinas, en el dinero, en la conciencia de la Fraternidad como el lugar que sostiene todo.
¿Quién tiene el arrojo de preguntar a sus amigos, algunos de los cuales ha pasado hambre o ha perdido nueve kilos en el último año, si se están acostumbrando a la bolsa solidaria?, ¿quién hace caritativa –como el lugar para conocer más al Señor– cuando no tiene ni para él?, ¿quién mantiene la fidelidad al fondo común en esas circunstancias?, ¿quién te hace un reclamo absoluto a cuidar a la persona o a no repetir esquemas?, ¿quién huye del asistencialismo porque caerían en el mismo método que el gobierno, aunque la motivación fuera distinta?, ¿quién pone en juego su tiempo y su ingenio para crear emprendedores o favorecer un pro-trabajo (un protagonista del trabajo)? Solo uno que se deja tocar por el Misterio en todo su yo. ¡Y estos amigos lo hacen! Por eso viven como viven allí donde viven. Si no, intuyo que se habrían ido de Venezuela hace tiempo.

Después de muchas horas de viaje llegué a la estación de tren de Puente Genil donde me esperaban mi mujer y dos de mis hijos. A pesar de que estaba realmente cansado, no quise dejar pasar la oportunidad de empezar a contar hechos que habían sucedido en esos días. No llevaba ni cinco minutos hablando y mi hija de siete años me dice: «Entonces, papá, volverás pronto, ¿no?». ¿Qué habrá percibido esta niña que, después de una semana sin ver a su padre, le insinúa nada más llegar que debe volver a Venezuela?

¿Puede ser fruto de la capacidad de unos hombres comprometidos con su sociedad todo lo que he visto? En ningún caso me salen las cuentas. Yo afirmo, por lo que han visto mis ojos, que eso solo puede hacerlo Otro. Según un método muchas veces enigmático, pero que es el método elegido por Dios, una compañía humana que hace visible y experimentable la presencia de Cristo. Doy infinitas gracias a estos amigos por hacer visible y experimentable al amor de mi alma.
Lolo, Osuna (Sevilla)