Venezuela. La distancia ya se ha reducido
El encuentro con un médico venezolano que, a pesar de las dificultades, ha decidido quedarse en su país y construir allí. Y la reacción de su hijo, que ayuda a Pablo a mirar con ojos nuevos lo que antes daba por descontadoUn grupo de amigos decidió organizar un encuentro público, tras conocer el testimonio del Dr. Rafael Rivas en una cena informal, para así poder dar a conocer lo que este médico venezolano y padre de familia han tenido que vivir durante treinta años en Venezuela. De esta forma nació el encuentro «Venezuela 1990-2020: ¿qué ha sucedido?», organizado en la Casa de la Cultura de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), el pasado 18 de enero.
Rivas comenzó por un recorrido de los espectaculares parajes naturales de su país; nos describió cómo un territorio próspero ha terminado en el estado de crisis política y social actual: los cortes no programados de luz y agua son cotidianos, alimentos y bienes básicos escasean, la inflación ha provocado que el dinero pierda su valor… ¿qué esperanza cabe en un país así?
Ante este panorama, donde quien tiene una profesión abandona Venezuela rumbo a otros países –millones han emigrado ya a Colombia, Perú o España–, Rafael y su familia permanecen en el país. Quieren seguir construyendo. Y es algo más que una intención encomiable: en el día a día, ni el hecho de ser un médico de prestigio te libra de pasar casi dos años con la nevera estropeada por falta de piezas de recambio y de técnicos que la sepan reparar. A estos problemas se suma la inseguridad: es un país con una de las tasas de homicidios más altas del mundo, que les fuerza a tener que cambiar cada día el horario y la ruta para llegar al colegio, con el fin de evitar ser asaltados.
Al concluir el encuentro, tras un rato de preguntas, Diego –su hijo de 12 años– se levantó con aplomo desde la primera fila y, poniéndose delante de las cien personas que llenaban la sala, exclamó: «Quiero decir algo. Ustedes no saben lo bien que viven. Son unos privilegiados». No era –solo– un reproche a nuestra vida aburguesada de primer mundo, sino una confirmación de todo lo expuesto por su padre, y una invitación a mirar con nuevos ojos lo que nos rodea y damos por hecho. Personalmente, me impactó el gesto del chico, y lo expuesto en la conferencia me interpeló a considerar con más seriedad mi papel como protagonista de la sociedad civil. Veía que es fundamental luchar allí donde a menudo vencen el cansancio o el desánimo.
Al día siguiente, cuando el telediario mencionó la situación en Venezuela, antes que cualquier análisis acudían inmediatamente a mi mente los rostros de estos nuevos amigos: prevalecía la novedad testimoniada por Rafa, y la comunión con un pueblo que sufre pero no se resigna. La distancia ya se ha reducido.
Pablo, Barcelona