Banco Farmacéutico. Un pequeño manantial

Crónica de la XXII Campaña de Medicamentos Solidarios, celebrada simultáneamente en nueve provincias españolas
Jordi Bosch*

El sábado 18 de mayo tuvo lugar la 12ª Campaña de Medicamentos Solidarios en nueve provincias de España (Barcelona, Madrid, Gerona, Zaragoza, Lérida, Málaga, Tarragona, Huesca y Teruel). Su objetivo era recaudar fondos para ayudar a personas que no pueden pagarse los medicamentos que les han recetado. En la campaña participaron más de 200 voluntarios en 447 farmacias. Desde estas se animó a los ciudadanos a hacer un donativo adquiriendo cintas solidarias. La recaudación final fue de 42.000 euros.


Previamente a la campaña, el Banco Farmacéutico estuvo presente en un acto organizado por la Asociación PuntBCN, con el título “Feliz tú, porque no pueden recompensarte”. Allí se pudieron ver y escuchar dos testimonios. Uno era el del padre Eduardo Drabble, cura villero que ha elegido vivir con y por los más pobres, y vive y trabaja en Villa Carcova, en José León Suárez, dentro de la gran Buenos Aires. Allí ayuda a muchos a salir de la droga y de la exclusión social. Otra era el del padre Peio, de la parroquia de Santa Anna de Barcelona, promotor del Hospital de Campaña en dicha ciudad.

¿De dónde nace la entrega incondicional del Banco Farmacéutico por los demás? Lo aprendemos del testimonio de Sofía, una farmacéutica de Barcelona que ha participado todos los años en la campaña y que implica siempre a toda su familia. De hecho, durante la mañana del sábado pasaron cinco de sus seis hijas y los novios de dos de ellas. Fue un verdadero espectáculo ver la alegría y la gratuidad de esta farmacéutica que, reconociendo y haciendo memoria del amor inmenso recibido, ve cómo aflora en ella un deseo de darlo todo por los demás, haciendo que su farmacia sea cada año la que más donativos recauda.

También fue un espectáculo ver el testimonio de Astrid, una voluntaria transexual con una historia durísima, cómo hablaba sobre los enfermos crónicos y la necesidad que tenían de medicarse. Ella, que muchas veces tiene dificultades reales para llegar a fin de mes con lo más básico; ella, que acompaña a algunas de sus excompañeras, enfermas de VIH, con su medicación; ella, que después de sentirse querida dejó su antigua profesión y decidió compartir el amor recibido con las que más lo necesitan; ella, que sabe que la medicación no basta, sino que hace falta percibir una esperanza para quererse, para elegir cuidarse.

El voluntario sorprende al ciudadano que entra en la farmacia por el simple hecho de estar dando su tiempo gratuitamente un sábado por la mañana. Esta experiencia de gratuidad, de entrega sin aparente recompensa, también introduce una novedad en el día normal de trabajo del farmacéutico. Otro testimonio que documenta esto es el de María, una voluntaria con síndrome de Down, que estuvo tres horas invitando a personas que entraban a la farmacia o que pasaban por la calle a participar en la campaña. María les decía: «es para los niños pobres, que un día podrían ser sus hijos...». Cuando se despedía nos dio un abrazo de cuatro minutos.



La experiencia de esta campaña del Banco Farmacéuticos invita a no quedarse encerrado en la propia zona de confort y en el propio bienestar, sino a salir y compartir lo recibido, aun a sabiendas de que los usuarios no podrán recompensar a los voluntarios por lo que hagan. Aunque después se reciba el don de la satisfacción.

El presidente del Banco Farmacéutico, Álex Brenchat, decía que ha vivido «esta campaña como un niño, como si fuese la primera vez que participase en ella». Estuvo en una farmacia de Sarrià, y cuenta que «es sorprendente que en una sociedad tan individualista como la nuestra, cuando existe una mínima propuesta, el corazón de las personas se muestre tan atento a la necesidad del prójimo».

Este año era muy especial para todo el equipo del Banco Farmacéutico. Sus nuevas oficinas se encuentran en el recinto modernista del Hospital de Sant Pau. El día de la campaña coincidía con la apertura gratuita de este precioso lugar al gran público con motivo de la celebración en toda Barcelona de “La noche de los museos”. Por eso, por la tarde, movidos por el mismo entusiasmo de por la mañana, la gran familia del Banco Farmacéutico organizó una colecta improvisada entre los visitantes del antiguo hospital. Todo lo cual no es más, afirma su presidente, que «un reflejo de la voluntad que tenemos en el Banco de cuidar la belleza de los gestos que organizamos. Con ellos queremos favorecer la cultura del bien común y el descubrimiento de nuestro deseo de construir con los demás. Estos gestos son como pequeños manantiales en medio del mundo. En ellos experimentamos la alegría del encuentro con el otro, porque cuando compartimos nuestras necesidades, compartimos también el sentido de nuestra vida».
*Director de Relaciones institucionales del Banco Farmacéutico