Comentario final a “Pregaria per la pau a euskadi i a tot el món”
Concluye después de veinte años una iniciativa que nació del dolor y la impotencia ante la violencia terrorista en Euskadi. «Lo que es imposible a los hombres es posible para Dios»Unos amigos hace 19 años estábamos llenos de tristeza por los actos de terrorismo de ETA que continuaban golpeando a la sociedad y también en Barcelona sufríamos la violencia y las muertes sin poder hacer aparentemente nada.
Todos éramos católicos y nos dimos cuenta de que lo más realista era pedir, conscientes de que «lo que es imposible a los hombres es posible para Dios», que lo puede todo.
En el manifiesto original decíamos:
«La situación de violencia en el País Vasco y en toda España, que sigue degradándose, nos provoca muchas veces un sentimiento de impotencia y de rabia frente a un problema que nadie parece capaz de resolver, cuando no incluso a sentir odio por tanta sangre y tanta injusticia para tantas familias. Esta situación parece no tener solución, como un túnel oscuro sin salida: debemos reconocer que la solución a este problema, sobre todo una solución justa, está fuera de nuestro alcance, que no nos la podemos dar nosotros.
La historia nos ofrece una ocasión. Es el momento de reconocer, a partir de nuestra insuficiencia (y también de nuestra limitación y de nuestro pecado, personal y social), que solo Dios puede resolver los problemas del hombre y darnos una verdadera Paz. Es una ocasión para retomar la vida desde su origen, desde la exigencia de significado que todos llevamos en el corazón y por lo tanto de justicia, de paz, de felicidad, de cumplimiento. Los cristianos sabemos que la respuesta a todo este deseo que somos nosotros existe y es más fuerte que cualquier incoherencia nuestra; es la única realidad que puede incluso permitirnos mirar estas muertes con un significado último que no sea de odio o desesperanza».
En uno de los primeros encuentros participó el alcalde socialista de San Adrià del Besós que, después del asesinato de un concejal del PP, y nos dijo: «¿De qué me sirve tener mayoría absoluta, si han matado a mi amigo?». Estas palabras llenas de humanidad y de necesidad última de significado ¡han resonado muchas veces en nuestros corazones!
Para los cristianos –sobre todo para los cristianos comprometidos en política– se trata de reconocer que Otro nos hace, aquí y ahora, Otro nos une y nos salva y puede salvar nuestra miseria como puede salvar Euskadi, España y el mundo entero.
Reconocer esto es el principio de la liberación.
Durante 19 años hemos rezado por la paz, por nuestra conversión, por la conversión de los terroristas y de todas las personas que podían hacer algo para frenar ese dolor y esa sangre.
Hoy la situación ha cambiado y, aun reconociendo que la verdadera paz es un trabajo de toda la vida, por lo menos la violencia parece reducida a mínimos términos.
El Señor nos sigue escuchando y nosotros desde ahora en adelante seguiremos rezando por la paz verdadera desde nuestros ámbitos, desde nuestras parroquias o desde donde nos encontremos.
El largo camino recorrido no podríamos haberlo realizado sin tantos amigos que nos han animado y acompañado a lo largo de estos años. Hoy vivimos un agradecimiento profundo por todo lo que Dios ha querido hacer a través de todos ellos.
Que Dios nos regale la gracia de no desistir jamás de pedir por nuestra conversión, por la verdad, la justicia y la paz.