«Un gesto vacío nunca nos dejará contentos»

Con esta frase llena de significado empecé hace a invitar por whatsapp a unos cuantos amigos a participar en la campaña Manos a la Obra de CESAL en Fuenlabrada

Quedamos el sábado antes del día en que se iba a celebrar la castañada solidaria con la campaña “Bajo el mismo cielo” de la ONG CESAL en la parroquia San Juan Bautista de Fuenlabrada para ir todos juntos a misa y luego a tomar una cerveza, con la finalidad de contrastar los motivos que movían a cada uno de nosotros a dar su tiempo para una cosa así.

Durante la misa todo muy bien. Después, cuando llegamos al lugar donde íbamos a estar –la noche estaba muy fría– la cosa se complicó un poco. Yo pensaba leer el librito de la caritativa y conversar... Los niños jugando, los padres pidiendo la cena, nosotras hablando con los bachilleres... Y así se fue consumiendo el tiempo...
De camino a casa, pensaba en cómo el Señor siempre humaniza nuestro estar juntos porque no todos saben lo que es para nosotros la caritativa, ni por qué la hacemos y lo menos recomendable era que yo les leyera nada... Con ese pensamiento me fui a la cama tranquila y confiada en que Él siempre va por delante.

El domingo a las diez, puntuales en la parroquia. Tomamos un café, leímos algunos puntos del libro y razonamos el porqué de un gesto así. Y empezamos: unos haciendo cucuruchos, otros el fuego, otros montando las mesas... Había personas muy diversas en ideas y en edades, pero todas con la mirada puesta en el ideal. Ayudar a otros puede ser un acto de generosidad que está bien o puede ser una ocasión de mirar el verdadero sentido de nuestro hacer. Que es mucho más.



Durante casi cuatro horas pude fijarme en sus caras y eran “de entrega absoluta”. Personas llenas de asombro y alegría. Esa alegría tan particular que hace tanta falta en los tiempos que corren. Puedo decir que hacer una castañada a beneficio de CESAL ha sido para mí una nueva ocasión de reconocer el abrazo de ese Dios tan humano, que ha hecho posible vivir el gesto con una comunión llena de belleza y humildad.

Me sorprendieron los bachilleres, obedientes y disponibles para todo. Me sorprendieron los niños, cómo miraban y ayudaban. Me sorprendieron los amigos y el agradecimiento que mostraban al terminar. Me sorprendí libre, alegre y sobrepasada por cómo todo nuestro hacer, por pequeño que sea, con sus errores, su límite y su finitud forman parte de esa totalidad que tan bien organizada tiene el Creador.
Ana, Fuenlabrada