El corazón vuelve a despertar una vez más

La presentación de la campaña Manos a la Obra de CESAL en Barcelona, con Flavia Chevallard, cooperante en Siria y Líbano

La ONG CESAL nos reunió el pasado jueves 3 de enero, en la parroquia de san Felipe Neri, en el centro histórico de la ciudad de Barcelona, para proponernos una tarde de testimonios, cantos y chocolatada dentro del marco de la campaña de recogida de fondos “Bajo el mismo cielo”. Tuvimos la suerte de contar con el testimonio de Flavia Chevallard, cooperante de dicha ONG en Siria y Líbano. Compartió con nosotros los motivos por los que ha estado en Damasco, después de estar trabajando en un campo de refugiados al sur del Líbano durante dos años, en condiciones muy duras: «quería ir al origen, entender la vida cotidiana del sirio allí».

De hecho, en Siria, aunque los focos de los medios parecen haberse apagado, la guerra todavía no se ha extinguido completamente: en la frontera con Turquía se retiran los americanos, y amenazan los turcos. A diferencia de lo que ha pasado en Alepo (Siria), donde el 70% de la ciudad está destruida aún hoy, como consecuencia de haber sido el centro de la batalla durante un año; Damasco, aparentemente, no está destruida. Pero –expuso– «a la que entablas relación con la gente, emergen las secuelas de la guerra. En seguida surge el nombre de algún familiar o amigo muerto en la guerra». Flavia trabaja en un proyecto que aúna la colaboración de tres hospitales; proyecto que se gestó con el objetivo de curar a heridos de guerra. Ahora, con la reducción de entradas y de soldados heridos en batalla, se destina el servicio a curar otras enfermedades, priorizando las que bloquean y paralizan a la persona en su vida cotidiana. Narró la historia de un padre de familia con seis hijos que tuvo un accidente y se rompió la cadera, y cómo este cuenta los días para volver a trabajar y recuperar la entrada de ingresos normales en su casa, que tanta falta hacen. Y el relato de una madre con varios hijos todavía en el frente, pero que estaba afectada por el enfado con su hija, que también vive en Damasco.

A medida que las palabras de Flavia iban saliendo de su boca y entrando en nuestros oídos y tras desgranar varias de las historias que ha tenido la ocasión de conocer y compartir con nosotros, su cara iba mostrando la sorpresa de descubrir que el alma de los sirios, como la suya y la mía, sigue despertándose frente a la provocación de los hechos cotidianos.
Germán, Barcelona