El cansancio se ha pasado. Lo demás prevalece
Después de varios años siendo testigo del espectáculo de las migas solidarias en Villanueva de la Cañada, Macarena decide volver a implicarse en primera persona. Y esto es lo que le ha pasadoPor segundo año, unos amigos y yo nos implicamos en las Migas Solidarias de Villanueva de la Cañada. Antes había ido siempre como “visitante”, pero cuando el año pasado Luisa, en la Escuela de comunidad, hizo una invitación expresa a una reunión organizativa decidí ir. El modo en que estos amigos se ponían ante este gesto, su seriedad y alegría me provocaba mucho. Yo quería ser partícipe de otra manera, y no solo desde la barrera. En la reunión, como en la de este año, no se daban por hecho las razones para volver a secundar esta propuesta del movimiento, y el deseo de transmitir al pueblo lo que habían encontrado se traducía en actos muy concretos –desde pensar bien el sitio hasta el modo de difusión– pero, sobre todo, en una certeza explícita de ser instrumento en manos de otro. Con esta conciencia de fondo se me proponía organizar, con mis amigos, el puesto de venta de juguetes. Además pensamos en hacer un pinta-caras y unos talleres de manualidades para los niños.
El puesto de juguetes es trabajoso. Implica la recogida durante semanas previas, revisión, recuento de piezas, limpieza, necesidad de espacio para almacenaje, clasificación y puesta de precios. Con todo, para mí fue una experiencia auténtica de comunión, con mi familia y amigos, de Iglesia, que no se reducía solo al día de las migas sino a las semanas de preparación, en las que no paraba de venir gente a casa, atraída por la propuesta, para trabajar en la recogida y revisión. Nuestros hijos pequeños andaban por allí, preguntaban. Después, el día de las migas, junto a los hijos de nuestros amigos, querían participar y ayudar en eso en lo que sus padres se involucraban, con sus amigos, por la pertenencia a algo más grande donde la amistad cobra un significado más profundo y verdadero.
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