¿Dónde iremos?

La narración de una peregrinación que cambia la perspectiva del tiempo libre, una “aventura” en tensión hacia el Señor
Albert Escuder

Desde 2015, he tenido la suerte de poder hacer cada año algunas etapas del Camino de Santiago durante los días de Semana Santa, acompañado de familiares y amigos de la familia. Y cada vez que volvía a casa tras la peregrinación, decía a mis amigos que era un viaje que valía la pena hacer juntos y que algún día teníamos que ir a peregrinar al santo.

Este año, pensando en las distintas posibilidades para irme fuera de vacaciones en verano, comenté a algunos amigos que sería bonito hacer el Camino de Santiago juntos. En parte porque es una experiencia bonita, de “aventura” que vale la pena hacer con los amigos, pero sobre todo por el hecho de que se trata de una peregrinación y vemos que el mejor modo de acompañarnos entre nosotros es cuando hay una tensión hacia el Señor. Aunque me hubiera gustado organizarlo mejor e invitar a más personas, el 3 de septiembre finalmente llegó y fuimos Pol, José y yo. Hicimos la ruta del Camino portugués, desde Tui. 119km en 6 etapas de camino.



Para mí, hacer el Camino de Santiago siempre ha sido un momento bonito de petición, de crecer en la relación con los peregrinos con quienes haces Camino, de sacrificio, de silencio… y todo esto impregnado de una necesidad constante del Señor.

Cada uno de los que fuimos tendría motivos diferentes para ir, pero para mí fue bonito ver una petición concreta común que los tres teníamos y que pusimos delante de la Virgen en el primer momento de oración y durante el resto de la semana: nuestra vocación, para descubrir qué estamos llamados a hacer en la vida y el deseo de que tengamos una vida grande y plena.



Hacer el Camino de Santiago acompañado de amigos, poniendo delante las necesidades de cada uno y teniendo presente el porqué de esta peregrinación me ha ayudado a darme cuenta de que esta petición con la que caminamos se va definiendo viviendo, caminando en tensión hacia Cristo. Tal cual como explica tan bien el texto de Escuela de Comunidad que precisamente estamos trabajando estas semanas:

«Nosotros solamente comprendemos si nos comprometemos con todo aquello que nos afecta y con todo lo que experimentamos, pues en caso contrario todo lo que nos sucede será inútil para el camino que debemos recorrer. Por eso se nos pide un trabajo. No hay otra forma de entender. Muchas veces esperamos un milagro que nos ahorre la libertad y, sin embargo, Giussani nos dice: “Debéis esperar un camino, no un milagro que eluda vuestras responsabilidades, que evite vuestro esfuerzo, que haga mecánica vuestra libertad”. Solo quien recorre el camino, a partir de un encuentro o un milagro, podrá comprender de verdad, pues en caso contrario se encontrará en la misma situación que los discípulos que discutían por el pan en la barca, a los que Jesús dice: ‘¿Pero no comprendéis?’».