Incluso a mi pesar…

Una cadena de encuentros ha llevado a Jorge a ir diciendo “sí”, lo que le ha permitido ser testigo de un acontecimiento tras otro, hasta la implicación de un restaurante valenciano que decide adherirse públicamente a la campaña de Cesal que él le presenta

Ante la propuesta de compartir con todos vosotros la motivación que me ha empujado a implicarme en una acción solidaria en favor de Cesal, mi primera reacción fue una negativa, decisión que me duró dos minutos, los que me hicieron falta para volver a decir que sí y jugármela sin pensar en vergüenzas, qué dirán o prejuicios. Y esta es además la principal razón por la que surgió la colaboración con Cesal, el método de vida que he aprendido en CL y en el que se me educa en la escuela de comunidad: crecer a través de una amistad que me ayuda a recorrer un camino de fe y fructifica.

Tras una peregrinación a Zaragoza en septiembre y unas llamadas telefónicas de “¿qué tal?” despertó en mí una curiosidad por conocer mejor de qué vivía esa persona que tanto me acompañaba y qué era esa ONG a la que tantas fuerzas él dedicaba, y como consecuencia me hice colaborador de Cesal. Pero esa curiosidad se convirtió en pertenencia y en ganas de ayudar más y así, sin más, les propuse hacer un “menú solidario” en el restaurante de un amigo, donde los clientes puedan añadir 1€ a su menú que fuese íntegro al proyecto del padre Ibrahim en Alepo.

El ok de Cesal y la disponibilidad del dueño del Grupo Saona para apoyarnos en todo lo necesario para que saliera adelante permitieron que ahora se esté realizando en el restaurante Turqueta de Valencia desde mediados de enero. Y es aquí donde la carne toma protagonismo una vez más y donde no dejo de sorprenderme cuando el dueño de la empresa que imprime los papeles informativos de la campaña nos comunica su intención de donar el valor de la factura a Cesal para colaborar de manera activa en ella.

Una vez más sucede ante mis ojos, cómo actúa el Señor en las personas, sin forzar, como quien no quiere la cosa, pero sucede. Si miro atrás no puedo más que reconocer que no ha sido cosa mía, ha sido por la valentía de una hermana de mostrarme cómo vivía, de unos ojos de cielo, de un sacerdote que se toma en serio su vida, de mi mujer que me acompaña con amor y libertad, de una frater generosa que abre sus vacaciones, de tantas personas que son Él en mi vida y sobre todo de la fascinante Providencia que hace que todo ocurra a pesar mío.

Jorge, Valencia