En una salida de estudio de los universitarios…

El deseo de una plenitud descubierto en el canto y pedido en cada aspecto de la vida cotidiana.

Uno de los fines de semana que dan inicio al mes de mayo, los universitarios fuimos a la Gleva (zona de Vic) para pasar juntos tres días y aprovechar para estudiar y convivir juntos. En esta salida de estudio –o «estudiativa», como lo llamamos nosotros– sucedió una cosa que me llamó muchísimo la atención y que ha dotado a mis días de una novedad. Ocurrió preparando un canto a dos voces, «Vuestra soy». Precisamente, gracias a la conversación que había mantenido con una amiga sobre el canto, desde entonces he tenido la inquietud por entender lo que la atrae tanto del hecho de cantar, y no solo cantar sino cantar en «público» para los demás, para introducirles en una belleza.

Nunca me había pasado, porque siempre había dominado hasta entonces mi inseguridad y mis nervios, pero esta vez, por la belleza de lo que veía y oía durante el ensayo, todo esto me llenó, por lo que dice la canción: es algo que vivo mucho como pregunta. Mis nervios y mi propia medida pasaron a un segundo plano.

Este «llenarme» de la belleza del canto y el testimonio de esta amiga me han conmovido profundamente. Y han abierto una herida en mí. Me fijaba en cómo cantábamos esos días a los que allí estaban y yo, que no suelo entonar la primera nota para que los demás me sigan, me preguntaba mucho acerca de esta plenitud que estaba experimentando en el canto. Quiero volver a descubrirme otra vez así; nuevamente.

Mis días se han llenado de una increíble nostalgia de esta experiencia tan concreta del Misterio. Lo deseo mucho, no solamente en el canto sino también para el trabajo, porque estas semanas está siendo árido, por el choque y desproporción que veo entre lo que se vive en el hospital, cómo se tratan entre ellos –y a mí– y lo que yo vivo y he visto, y este deseo de unidad que tengo en mi vida. Me había ofuscado. Estos hechos que han sucedido estos días me han devuelto a una posición de pobreza con respecto al Misterio: una postura privilegiada en la que uno se descubre necesitado y herido.

Cristina Gasparri