Una escuela abierta al mundo

Los días 13 y 14 de abril se celebró el Congreso educativo internacional, organizado por Be Education y sostenido por los colegios J. H. Newman, San Ignacio de Loyola, Kolbe, Escola Llissach, la Gleva, y Cristo de la Guía, reunió a más de 300 asistentes
Nacho de los Reyes

“Hace unos años tenía la profundidad de un folio, pero gracias a las asignaturas de Historia y Filosofía he comenzado a disfrutar del estudio”. Habla Diego, un alumno de cuarto de la ESO que participa en el Congreso. Se dirige a más de 20 profesores que asisten a un taller sobre “el sueño roto de la Revolución”, un proyecto organizado por profesores de Historia, Lengua, Filosofía y Matemáticas sobre la Revolución Rusa. Se han reunido en el Colegio J. H. Newman de Madrid junto a más de 300 profesores de todo el territorio, pero también del extranjero. Han venido docentes de Italia, Francia, Portugal, EE.UU. y Argentina. Y también alumnos, como Diego. ¿Qué lleva a personas tan distintas y de lugares tan dispares a gastar un fin de semana para hablar de educación? Por lo pronto, un deseo enorme de escuchar y contar, de narrar y abrir el propio horizonte.


El asombro es el inicio de todo conocimiento
Una escuela abierta al mundo. Experiencia y razón en el aula. Solo tiene sentido una escuela que esté abierta al mundo, que lance a sus alumnos al mundo, que les permita hacer experiencia del mundo. Abre el Congreso Mariano Torrente, un ingeniero con alma de mago, con ojos de niño. La magia rompe nuestros esquemas, nos vuelve a situar delante del mundo, desprotegidos, como por primera vez. “El mago, como el profesor, tiene que prepararse muy bien. Tiene que saber a qué lugar quiere conducir a sus alumnos, tiene que tener un plan B, debe prepararse para el fracaso”. El asombro, mucho antes que toda técnica o competencia profesional, nos vuelve a situar en el punto de partida adecuado; es el lugar de quien pregunta, el lugar de quien mira con atención y lo quiere aprender todo. También los profesores podemos volver a empezar.


Educación es la comunicación de uno mismo
Anna Frigerio, Directora del Colegio Sacro Cuore de Milán, puso de manifiesto dos claves fundamentales en el desarrollo de la didáctica. Por un lado, no podemos olvidar que el “núcleo de la educación es la relación en la que el profesor comunica su humanidad, se comunica a sí mismo”. Por otro lado, “es necesario profundizar cada vez más en nuestras asignaturas. Si un profesor está apasionado en su trabajo, encontrará vínculos con otros profesores y buscará las mejores formas de comunicar lo que ama. Es fundamental recordar que la educación es la comunicación de uno mismo. El profesor se transmite a sí mismo, comunica lo que él vive, lo que a él le apasiona”.


Eddie Smith, director de una escuela de Florida, habla del impacto que ha tenido en sus alumnos la masacre vivida en un instituto hace apenas unas semanas: “no es solo el problema de las armas; es el problema del sentido. Nuestros alumnos necesitan saber para qué viven, para qué ir al colegio. Pero también nos sorprenden; su vitalidad y deseo de conocer y construir nos invitan una y otra vez a recorrer con ellos un trecho del camino. Yo voy a la escuela para caminar con mis alumnos, para conocerles”.


¿Qué es una auténtica experiencia educativa?
Giancarlo Cesana, médico y profesor universitario, señalaba en la apertura del Congreso que “solo se genera una auténtica experiencia cuando se juzga aquello que se vive”. En un momento en el que proliferan las propuestas educativas, de distinto calado y origen, es fundamental ayudarnos a valorar juntos cuáles son capaces realmente “de introducir a los alumnos en el mundo, de favorecer el acceso a la verdad, de posibilitar su crecimiento”.



También Gregorio Luri, pedagogo y escritor, habló de auténticas experiencias educativas. “No todas las experiencias que dicen ser innovadoras son verdaderamente educativas. Hay experiencia si hay crecimiento, si hay lenguaje, si está implicada la moral”. Cuando uno escucha a Gregorio Luri tiene la sana impresión de escuchar cosas con mucho sentido común. “Necesitamos empalabrar el mundo. Son las palabras lo que nos permiten comprendernos a nosotros mismos y a los demás. Si hay palabras no estamos acabados”. Gregorio dialoga con Ferrán Riera, Director de la Escola Llissach en Santpedor, Cataluña. Como dos buenos amigos, se quitan y se dan la palabra, movidos por el deseo de conocer, de entender, de comunicar lo aprendido. A diferencia de los gurús educativos que cansinamente proponen fórmulas secretas, y que vienen y van, sin saber muy bien de dónde vienen y a dónde van, Luri habla con la serenidad y el realismo de un hombre que ha vivido y ama lo que hace. Por eso es un buen compañero de camino.

La escuela no tiene la misión de proponer un sinfín de actividades, como si se tratara de un catálogo inacabable; ante todo debe invitar a los estudiantes a hacer una auténtica experiencia educativa. Silvio Guerra, Director de la Escuela Charles de Foucauld de París, explica el camino paciente que deben recorrer los profesores. “En Francia convivimos con culturas y tradiciones muy distintas. Yo tengo el deseo de ayudar a mis alumnos a darse razones de las cosas, a que puedan hacer una experiencia por ellos mismos. Solo esto puede librarnos de la ideología”.


No hay educación sin transmisión de la cultura
François-Xavier Bellamy cierra el Congreso. Pero todo buen cierre abre un nuevo camino. Autor de Los desheredados, una obra que ha tenido una gran difusión en Francia y que Ediciones Encuentro acaba de publicar en español. Bellamy propone con una claridad meridiana la necesidad radical que todo hombre tiene de la cultura. “Sin la cultura no solo no podríamos conocer el mundo. Seríamos unos desconocidos para nosotros mismos. La tradición heredada nos permite comunicarnos y entendernos, atravesando las fronteras del puro contexto sensible. Los profesores y las escuelas hemos olvidado con frecuencia que lo más valioso que se puede transmitir es una tradición, la riqueza inmensa que hemos heredado a través de la cultura y que es absolutamente necesaria para que emerja nuestra propia humanidad. Es esto lo que puede volver a cautivar la atención de nuestros alumnos, la cultura vivida, convertida en experiencia actual y renovada”.



Bellamy habla con atrevimiento y frescura: “cuando tenía siete años mi abuelo me dijo que si quería ser feliz debía aprender dos versos de poesía cada día; me fie de él y lo hice. Desde entonces, la literatura no ha dejado de acompañarme”. François-Xavier no es un intelectual sensu stricto. Habla desde la trinchera de sus clases, se entusiasma por el testimonio de estudiantes que, como él, han sido tocados por los grandes relatos, por las grandes obras. Natalia, alumna de 2º de Bachillerato expresa de manera bellísima cómo la lectura del Quijote se ha hecho absolutamente real y pertinente para ella: “Cervantes ha conseguido que una chica de 17 años del siglo XXI se sienta identificada con aventuras o situaciones de su loco personaje. Hoy puedo decir que a don Quijote le ha salido bien una aventura, la de simplemente estar a mi lado y enseñarme a vivir”.

Bellamy finaliza el congreso preguntando a algunos profesores cuál es la gran razón que nos lleva a seguir esperando. Cuando todo parece decir lo contrario, un grupo de profesores todavía tiene razones para esperar, para seguir educando y construyendo.