Por la izquierda: Carmen Giussani, Carmen Carrón y monseñor Ginés García Beltrán

Don Gius, una vida apasionante

Crónica de la presentación en Parla del libro de Carmen Giussani sobre la vida del fundador de Comunión y Liberación, don Luigi Giussani
Mª Ángeles Martínez Calvo

El pasado 2 de marzo unos cuantos afortunados (así me sentí, no lo oculto) tuvimos el privilegio de estar en la presentación del libro escrito por nuestra querida amiga Carmen Giussani sobre la vida de don Luigi Giussani (no, no son parientes, para quien se lo pregunte), fundador del movimiento católico de Comunión y Liberación. El acto tuvo lugar en el centro parroquial de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Parla. Contó, además, con la presencia de don Ginés García Beltrán, nuestro querido obispo, que nos cuida y acompaña con su siempre solícita paternidad. El evento quedó enmarcado entre los muchos celebrados en todo el mundo con motivo del centenario del nacimiento de don Giussani. Ambos ponentes fueron respondiendo a las preguntas formuladas por otra gran amiga, Carmen Carrón, en un diálogo lleno de cordialidad y agradecimiento.

La primera cuestión planteada fue acerca de la originalidad de la obra. Carmen Giussani nos ha regalado un libro para los ávidos de hechos, para los urgidos de carnalidad. En su idea original está el acercarnos la persona de don Gius a través de los testimonios de quienes lo frecuentaron, pero el libro está inicialmente concebido para que llegue a los más jóvenes y a aquellos que no tuvieron la oportunidad de conocerlo y tratarlo. No obstante, aunque se le haya conocido, para quienes buscan a Cristo en el rostro de sus santos, nunca hay suficiente. Las páginas casi se atropellan en las manos; las pinceladas, los trazos ofrecidos por los testimonios, narrados en riguroso presente –eterno más que histórico– van haciendo surgir en nosotros la imagen de una figura imponente, desconcertante en su inusual humanidad. Es inevitable musitar entre relato y relato un «yo también te habría contado lo de aquel chico» o tal vez un «yo habría cuestionado algunas de tus afirmaciones y tú habrías tomado en serio mi rebeldía, mi deseo de justicia». Con el sucederse de las páginas surge el «¡cómo me hubiera gustado invitarte a que probaras mi pollo a la catalana con tal de que entraras en mi casa y experimentar que hay alguien para quien solo existo yo cuando le hablo!». Y al cerrar el libro se concluye con un «sí, habríamos sido grandes amigos, don Gius». La singularidad de esta obra, en definitiva, frente a las muchas publicadas en estos últimos tiempos sobre el sacerdote lombardo, radica en la esmerada y amorosa selección de los relatos de unos testigos que, generosamente, nos han brindado momentos irrepetibles de sus vidas con él para que también sean nuestros. El mismo don Ginés afirmaba que gracias a estas crónicas testimoniales ha podido conocer mucho mejor al padre, al sacerdote, al maestro, al testigo que, apasionado por el amor a Cristo, lo lleva a los demás.

La segunda cuestión planteada en esta presentación fue cómo leer a don Giussani que, a veces, puede resultar difícil. Lo curioso es que la autora no cifró la complejidad en los conceptos en sí, sino en la realización de una lectura inadecuada, alejada de su génesis. Y es que no podemos olvidar que el fundador de Comunión y Liberación no ha escrito casi nada, por sorprendente que parezca. En palabras de la ponente, «cada libro de don Giussani es una transcripción de algo pronunciado». Y añade: «No habla como un filósofo». ¡Claro! ¡Es pura pasión! Una pasión irrefrenable por Cristo que se traduce en infatigable amor por el hombre y que se desborda como un torrente llevándose por delante cualquier ley de propiedad textual. Este torbellino de palabras preñadas de vida resulta más evidente desde los 90 en adelante, cuando, nos dice Carmen que «su lenguaje pasa a ser totalmente afectivo y poético». Entiéndase aquí poético como algo propio de quienes –prosigue la autora– «identifican una cosa hermosa o una experiencia fuerte o algo que les llama la atención y empiezan a buscar para llegar cada vez más al fondo, pero saben que las palabras no pueden atrapar todo el ser». Y es verdad. En los textos giussanianos la sistematicidad se ve superada por la vivacidad y el desbordamiento que produce el objeto: Cristo y la vida cristiana. Se diría que en sus libros (sean los tres volúmenes del Percorso, sean ejercicios espirituales o encuentros con trabajadores, maestros, médicos, etc.) se descubre la voz de un hombre, herido de amor, que busca encontrarse con mi yo y hacerle partícipe de la fuerza salvadora, regeneradora del Señor. Por eso se nos recomienda que partamos de aquellos pasajes más luminosos, que tocan más nuestro corazón, sin pretender entenderlo todo: leer a don Gius es entrar en un diálogo de experiencias.

En tercer y último lugar, se pidió a la ponente que nos ayudara a comprender la contemporaneidad de don Giussani. Por un lado, nos dijo, es una figura que «el Papa ha presentado recientemente como un bien para toda la Iglesia». Carmen alude a la recepción que el papa Francisco ofreció al movimiento de Comunión y Liberación el 15 de octubre de 2022, día en que se cumplían los cien años del nacimiento del sacerdote lombardo. Dicho evento tuvo lugar en la plaza de San Pedro y a él acudieron miles de miembros de CL llegados de todo el mundo. El Papa desgranó las facetas de Giussani como hombre carismático, educador e hijo de la Iglesia en un discurso lleno de afecto y, al mismo tiempo, nos invitó a todos los miembros del movimiento a vivificar en nosotros el carisma para que Cristo sea conocido en el mundo.

Por otra parte, sigo citando a la autora, la contemporaneidad de don Gius se muestra «en sus hijos, que viven de él hoy, que cultivan la memoria». Esta palabra, memoria, adquiere aquí un significado muy preciso que nada tiene que ver con el recuerdo, sino que –continúo citando– «es el órgano que ve el presente y se custodia con el agradecimiento». En este sentido novedoso, la palabra memoria hace referencia a lo que vive en nosotros como valioso y verdadero, y por eso llega hasta el presente, mientras que el recuerdo no tiene ninguna incidencia en nuestro día a día.

Que Cristo tenga que ver con la memoria y no con el recuerdo, a mi modo de ver, es lo más valioso que nos ha enseñado don Giussani: Él está aquí y ahora, como el primer día. Nuestra tarea es hacer continua memoria Suya, es decir, reconocerle presente donde se ofrece, pero, especialmente, en su Iglesia, donde ha decidido permanecer a través de los sacramentos, de su palabra y de los rostros de quienes, como don Giussani y tantos otros, se han identificado con Él.

Este encuentro ha sido un momento de memoria y no de recuerdo, por eso dije al principio que los que pudimos estar habíamos sido afortunados.