Portada del libro

Misericordia, vía del cristianismo

En un hospital de campaña, lo primero es atender a los heridos. Crónica de la presentación en Madrid del último libro de Massimo Borghesi en un diálogo entre el autor y monseñor Luis Argüello, moderado por el periodista José Luis Restán
Juan Carlos Hernández

La Fundación Pablo VI acogió el pasado 19 de mayo en Madrid un diálogo sobre el libro El desafío Francisco. Del neoconservadurismo al “hospital de campaña” con monseñor Luis Argüello, secretario general de la Conferencia Episcopal Española, y el filósofo Massimo Borghesi, autor del libro.

Es un libro denso, con altura intelectual y que suscita muchas cuestiones en medio de una nube tóxica de tópicos y de caricaturas sobre el Papa, afirmaba José Luis Restán, que moderó el acto. Para el director editorial de COPE este libro afronta muchas de las incomprensiones sobre Francisco y es una ayuda para entender cuál es la aportación y la impronta de este papado en la vida de la Iglesia.

Según el filósofo Massimo Borghesi, autor del libro, después del 11-S se genera un movimiento político en los Estados Unidos y en Europa donde una parte del catolicismo toma la idea de un Occidente cristiano frente al islam, desde una perspectiva maniquea y donde se identifica el cristianismo con occidente. Esta ideología se ha vuelto hegemónica en nombre de la defensa de los valores cristianos de occidente. Si el cristianismo se vuelve occidental ya no es universal. Encuentra así razón de ser en dos enemigos: el islam y el relativismo del mundo posmoderno. La presencia cristiana se agota en la lucha contra el aborto, la eutanasia y el matrimonio gay. Para este mundo liberal, católico y occidental el Papa Francisco es un adversario, un enemigo de occidente.

Como dice Francisco, estamos en un cambio de época, de cambios vertiginosos, afirmaba monseñor Luis Argüello, donde se está produciendo un nuevo paso en la relación entre naturaleza y gracia. Esta extraordinaria transformación nos produce vértigo porque la Iglesia ha llegado a determinados pactos con el poder en occidente durante muchos siglos y de alguna manera hemos confiado más en los poderes que en la gracia. Nuestro momento es de gran incertidumbre y el miedo provoca la reacción de querer volver a la alianza con un poder que nos defienda, advertía el secretario general de la Conferencia Episcopal Española.

Frente a la pregunta de cómo se debe articular la prioridad del anuncio, que el Señor ha resucitado, y el deber por el debate ético, Borguesi respondía que la ética no ocupa el primer lugar ya que el primer lugar es el anuncio cristiano. Si partimos de la ética en el mundo secularizado, la doctrina de la Iglesia cae como un castillo de naipes. Los valores cristianos solo se hacen comprensibles a la luz del encuentro con Cristo. Tanto los conservadores como los progresistas razonan desde la óptica de la cristiandad dando por supuesto los valores cristianos. Sin embargo, el Papa dice que la cristiandad ha acabado, el mundo de hoy ya no es un mundo cristiano y tiene que volver a suceder en medio de ese mundo pagano. Francisco no niega el compromiso con los valores no negociables, solo que el compromiso de los cristianos en el mundo no puede centrarse solo en esos valores. Es necesaria una defensa de la vida en su fragilidad: en los ancianos, en la guerra, en los pobres… además del aborto. El Papa pide ir más allá de los valores de la derecha y de la izquierda porque la doctrina social de la Iglesia es integral.

Para monseñor Argüello es un desafío superar la dialéctica de los contrarios y descubrir en el enemigo lo que hay de amigo, que de alguna forma despierta un punto de encuentro. Estoy de acuerdo en la prioridad del kerigma que, si se acoge, inevitablemente nos lleva a una vida a contracorriente pero también tiene consecuencias de vida buena. La vida es un combate espiritual en el que hay un enemigo que es el demonio. ¿Cómo sabemos discernir si una posición cristiana es ideológica? Cuando necesita de un enemigo. Esto no quiere decir que la vida cristiana no sea una guerra pero contra el mal, afirmaba Borghesi.

Restán pidió a los ponentes que explicaran la imagen de la Iglesia como un hospital de campaña y si era necesario completarla con otras imágenes ya que la misericordia también implica un amor a la verdad y eso inevitablemente supone una cierta fricción en el mundo. Esa imagen, decía Argüello, presupone que hay campaña, que hay una situación donde hay heridos. Hoy existe una inversión normativa fruto de una concepción distinta de la persona. No es marxismo cultural, la inversión normativa la hace el capitalismo. Quienes vienen al hospital de campaña son personas heridas en el corazón de una situación producida en el mundo. No podemos buscar una respuesta en el poder sino en la gracia. Por otra parte, hace falta cultivar una vida cristiana en comunidad para poder ser ese hospital de campaña.

La relación entre verdad y misericordia es decisiva. Un sector tradicionalista acusa a este Papa de acentuar la misericordia frente al primado de la verdad, aseveraba el autor del libro. La expresión “hospital de campaña” presupone una situación de guerra donde antes de confesar los pecados es necesario curar las heridas. Frente a esto el frente conservador quiere antes la confesión de los pecados y luego curar las heridas. Es una posición muy distinta. El hombre de hoy puede reconocer su propio mal solo si primero es abrazado. Para don Guissani, la misericordia está al inicio, no al final. El Papa ha aprendido esto en el confesionario. Para el hombre de hoy la misericordia es la vía con la que se comunica el cristianismo. Que este es el camino no lo dice solo Francisco. Entre san Juan Pablo II, el Papa emérito y Francisco, la continuidad es la vía de la misericordia.