Un momento del diálogo online

“Fratelli tutti”. Preguntas y respuestas

Un diálogo entre José Luis Restán y Salvador Pié sobre el diagnóstico y los retos que la Iglesia de Francisco afronta en el momento actual. Una apuesta por la construcción de una nueva fraternidad, como un trabajo artesanal y paciente
Joan Alsina y Luis Miguel Brugarolas

El pasado 19 de enero, la Asociación John Henry Newman emitió por su canal de YouTube una mesa redonda en torno a la encíclica Fratelli Tutti del papa Francisco. Los ponentes fueron José Luis Restán, director editorial y presidente adjunto de la cadena COPE, y Salvador Pié Ninot, doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y catedrático de Teología Fundamental y de Eclesiología en la Facultad de Teología de Cataluña y en la Gregoriana.
El moderador introdujo el encuentro subrayando la importancia de una encíclica para la comunidad que conforma la Iglesia y expresando la voluntad compartida de profundizar en ella y comprenderla bien, entendiéndola como parte del magisterio ordinario de la Iglesia que se ofrece como contribución a la reflexión sobre la humanidad y el mundo de hoy.

«El gran mal de hoy», dijo Restán parafraseando al Papa, «es un individualismo radical. No el populismo o la globalización, sino el individualismo radical. Y para luchar contra ello, Francisco ofrece dos palabras preciosas de la tradición cristiana: memoria y pertenencia». El Papa nos invita a una «amistad cívica» con todas las implicaciones creativas que tiene y que «es necesario que se decline en una caridad política que alcance a las relaciones internacionales». Esta fraternidad, el Papa considera que es fruto de una labor paciente, artesanal.

Salvador Pié Ninot analizó la estructura de la encíclica poniéndola en relación con el programa pastoral del Papa, indicando que en el texto están los temas clásicos de la Doctrina Social, desde una perspectiva muy propia de Francisco, «en la tensión de una Iglesia en salida que parte del ejemplo del buen samaritano», y que quiere establecer un diálogo con todos los hombres de buena voluntad.

Según José Luis Restán, en cuanto a la globalización, el Papa dice prácticamente lo mismo que Benedicto XVI. «No es ni buena ni mala y, a estas alturas, no tiene ningún sentido añorar un mundo sin globalización». La crítica de Francisco es para con aquella globalización que no pone en el centro el servicio a las personas, especialmente a los más débiles. La encíclica es muy crítica con planteamientos liberales que eliminan la sociedad y lo reducen todo a mercado, «pero no creo que este Papa esté en contra del mercado, sino en contra de cierta manera de valorar el mercado y de utilizarlo para determinados fines, o que el mercado sea un fin en sí mismo». En cuanto a los grandes poderes y el nuevo orden mundial, el Papa cree necesario que «se entretejan mercado, estado y sociedad civil», afirmaba Restán, no para encontrar un equilibrio sino para reclamarse mutuamente la función que cada uno tiene, que es necesaria para la función del otro.

Salvador Pié comentó que la crítica que hace Francisco sobre el liberalismo solo se puede entender a partir de la comprensión de la persona como entidad libre, pero personalizadora, con unos rasgos concretos. «De modo que la fraternidad se convierte, no en una asociación de los que tenemos los mismos derechos, sino también en un movimiento hacia un próximo con quien tenemos una relación humana y, como creyentes, mística, aunque el otro no lo sepa». Parte de la afirmación del Concilio Vaticano primero de que todo hombre de buena voluntad puede conocer a Dios, pero sin la revelación es difícil. En este sentido, Restán aseguraba que «los cristianos sabemos que cuanto más presente esté Cristo vivo en nuestra vida personal y en nuestra entraña como comunidad, mejor recorreremos este tramo de camino que nos acerca el próximo».

¿Cómo recibir entonces esta encíclica? Entrando en ella, trabajándola, dejando que germine, que se convierta en capilar hasta que forme parte de la entraña cotidiana del pueblo cristiano. «Pensando en España en este momento, cuánta necesidad tenemos de amistad cívica, caridad política, construcción de fraternidad, reconocimiento de la dignidad del otro aunque piense diferente, construir con los demás… ¡Si es un programa que necesitamos como la comida! Fratelli Tutti puede ser una auténtica guía». Pero ningún documento pontificio cambia las cosas por sí solo, recuerda Restán, necesita ser acogido, asimilado con la razón, el afecto y la libertad.