La anunciación en el belén viviente

Manos a la obra. Un anuncio para mí

Las suorine celebran su tercer Belén viviente en el madrileño barrio de Usera. Después de unos años como espectadora, le proponen interpretar al ángel Gabriel. Y el anuncio se hace nuevo…
Mercedes Sánchez

Las Hermanas de la Caridad de la Asunción, a través de su Asociación Línea 10 en Madrid han realizado por tercera vez un Belén viviente que el barrio en el que habitan, Usera, en la parroquia Nuestra Señora de la Soledad, dentro de las actividades navideñas de la parroquia y en el marco de la campaña Manos a la Obra de la ONG CESAL.

Como dice la responsable de este grupo de suorine en España, Mariella, «se propone para vivir la Navidad en su sentido profundo y verdadero». Las hermanas, niños, padres, voluntarios se preparan con tiempo para hacerlo posible. Los niños aprenden los cantos, eligen los trajes, piensan en los dones para el niño Jesús… Son niños que estas monjas cuidan durante todo el año, a los que para esta ocasión se suman también los hijos de voluntarios y amigos. Las madres y algunos padres participan en el taller de costura, que llevan meses confeccionando trajes de una belleza increíble. Es sorprendente cómo se cuida cada detalle. Niños y adultos son invitados a participar tanto en la preparación como en la puesta en escena. Es impresionante ver la diversidad cultural, gente de otros países y de otras religiones implicados en una propuesta que les hacen estas hermanas, donde se percibe una alegría y unidad que no te deja indiferente. Al menos eso es lo que yo percibí la primera vez que fui como espectadora.

El belén se desarrolla de la siguiente forma; se van narrando escenas importantes: la anunciación a la Virgen, la visitación a su prima Isabel, el nacimiento del niño y la adoración de los pastores y los Reyes. Cada escena se representa en silencio mientras se va narrando, después se realizan cantos del coro y con el pueblo, de tal forma que el pueblo no es un mero espectador sino que participa de lo que está aconteciendo. Impresiona el silencio de todo el mundo y la unidad en cantos. La iglesia abarrotada, la gente de pie.

Yo siempre he participado como espectadora, pero este año me propusieron participar en la primera escena, representando al ángel Gabriel. En cuanto me hicieron la propuesta dije que sí, no solo por amistad a estas hermanas sino porque siempre ha sido un gesto de una gran ayuda para tomar conciencia de lo que acontece en la Navidad, pero sobre todo de lo que me ha pasado a mí. Identificándome con el papel que me habían asignado, me daba cuenta con mayor conciencia de lo que portaba el ángel: un anuncio, aconteció, es un hecho; y luego el fiat de la Virgen. «Hágase en mí según tu palabra». Es lo mismo que se me pide a mí cada día.

Jesús se hace niño, carne. Solo puedo estar agradecida a las hermanas que proponen este gesto por puro afecto a mi vida, para que yo sea más consciente de la verdad a la que estoy llamada.

A la salida escuchaba a una persona que decía: «me he sentido verdaderamente en casa». ¿Cómo es posible? El otro se hace cercano cuando percibes que estamos llamados a mirar a Jesús, que ha venido a cada uno de nosotros, por ti y por mí. Al percibir esta preferencia única por cada uno de nosotros nos convertimos en un pueblo en camino.

Después, te quedas perpleja cuando dicen que a la salida de la iglesia, después de participar del gesto, recogerán dinero voluntariamente y que lo recaudado será para el CESAL en su campaña Manos a la Obra. Yo pensaba en las necesidades que ellas tienen, que son tantas a lo largo del año. ¿Y por qué deciden gratuitamente dar este dinero? Por la pobreza con la que ellas viven. Lo han recibido todo y lo dan todo. Esa es la alegría de la que te hacen partícipe. Como dice don Giussani, «la Navidad nos hace percibir una presencia nueva». Esto es lo que me ha ayudado a mí al participar del Belén, percibir esta presencia nueva que hace nuevas todas las cosas de mi vida.