El secreto de Gaudí

Tras los ecos de la JMJ, la exposición “Gaudí, hijo de María” llega a la parroquia de San José Oriol en Barcelona
Chiara Curti*

Delante a Gaudí surge continuamente la pregunta: ¿por qué, de todos los arquitectos geniales, Gaudí es el único que logra atraer a gente de todo el mundo, de cualquier extracción social y de cualquier cultura? ¿Cuál es su secreto? Esta pregunta surge cada vez que se entra en la Sagrada Familia de Barcelona, la obra a la que Gaudí dedicó toda su vida: al entrar, el asombro te llena el corazón.

Querer descubrir dónde reside el secreto de las obras de Gaudí y en particular en la Sagrada Familia ha sido el motor cotidiano que me ha empujado a dedicarle la vida. Una pasión que se hace misión delante a los jóvenes que participaban en la Jornada Mundial de la Juventud, jóvenes capaces de salir al encuentro, paragonándose con la novedad que el Santo Padre propone a cada uno.



No hay que sorprenderse entonces de que por tercera vez se haya presentado una exposición dedicada a Gaudí durante la Jornada Mundial de la Juventud. La primera vez fue en Madrid 2011, con una exposición en el Parque del Retiro, Sagrada Familia: moved by Beauty. El templo barcelonés, pocos meses después de su dedicación, se descubrió a los jóvenes como una belleza que mueve introduciéndonos en el misterio de la vida. En Río de Janeiro 2013 se presentó la exposición Gaudí: the days of Creation en el Museo de Arte contemporáneo, obra del arquitecto Oscar Niemeyer, icono en la bahía más bella del mundo. El sorprendente carácter del hábitat brasileiro acompañó los días de la JMJ al descubrimiento del autor de la Sagrada Familia, Antoni Gaudí, que vivía del asombro por la naturaleza. Todo su trabajo nos devuelve la capacidad de descubrir al Creador en todas las cosas creadas.

Panamá 2019 ha sido una JMJ de carácter mariano. La exposición Gaudí, hijo de María tuvo lugar en las instalaciones del Biomuseo de Panamá, la iconográfica obra de Frank Gehry. Desde Barcelona llegaron maquetas originales por cortesía de la Basílica de la Sagrada Familia y, desde el Archivo diocesano de Barcelona, documentos originales de Gaudí. Las jornadas en Panamá se han vivido bajo el lema “Hágase en mí según tu voluntad”. La exposición fue la ocasión para poner de manifiesto que el talento personal se transforma en creatividad dentro de una relación que para Gaudí consistía en la filiación a María. La vida de Gaudí se puede sintetizar en la palabra «Hágase». El servir no es innato, no es una actitud natural, se aprende siguiendo alguien: Gaudí imitando a María, como un niño que imita en todo a la madre para crecer, tal como fue para Jesús. Los protagonistas de la exposición son dos: María y Gaudí, una madre y su hijo.

Gaudí, hijo de María se divide en seis capítulos: los tres primeros hablan de un joven talentoso, que ha convivido con el dolor en su infancia, que en la juventud quiso seducir con su talento a sus clientes, deseando ser famoso y demostrando una búsqueda ardiente de su camino. Hasta que encuentra una forma de vivir más atractiva: la compañía de santos y de pobres hace que su afán mude en deseo de una vida plena, hasta entregarse únicamente a la obra de la Sagrada Familia.



La primera parte de la exposición presenta la infancia de Gaudí y sus obras civiles a través de gigantografías y relatos cortos de anécdotas relativas a su vida, demostrando su talento y una gran capacidad de trabajo apoyado en una positividad inquebrantable, y termina con la última obra civil, la Casa Milá, conocida como la Pedrera. Llama la atención que Gaudí tome la decisión de dejarlo todo mientras está construyendo el edificio civil más grande que le hayan encargado nunca. Este famosísimo edificio se construye con el dinero recaudado de la construcción del canal de Panamá y varios jóvenes han leído como un signo que esta historia se tenía que conocer en Panamá y que Panamá tenía que cambiar sus vidas.

A pesar de ser un autor muy conocido, la exposición permitía descubrir aspectos concretos de la vida de Gaudí que pocos conocen, por ejemplo que la Pedrera nace como pedestal para una monumental imagen de la Virgen sostenida por dos arcángeles, que finalmente los propietarios no quisieron, y que todos los frisos internos y externos son particulares laudes a María, algunas propias del devocionario mariano, otras originales de Gaudí.

Entender la decisión de Gaudí que renuncia a todas obras civiles y a recibir honorarios profesionales dedicando su vida enteramente a la construcción del templo necesita un silencio interior para poderlo entender. Por eso, al acabar la primera parte de la exposición se construyó una réplica en dimensiones originales en un corredor del Colegio de las Teresianas. Este colegio fue construido por Gaudí bajo la guía de san Enrique de Ossó y logra transformar en arquitectura el castillo interior de santa Teresa de Ávila y sus corredores en «la luz interior del matrimonio espiritual con Dios». En Panamá se revivió la sensación de estar inundados por esta luz atravesando la reconstrucción del corredor que nos llevaba a descubrir a Gaudí en la Sagrada Familia, viviendo con el pueblo que la rodeaba y sus colaboradores, amigos íntimos.

En la segunda parte se podían admirar las formas y razones por las que Gaudí habla de María en la Sagrada Familia, partiendo desde el Portal del Roser, dedicado a la Virgen del Rosario, única parte completada enteramente estando Gaudí en vida, hasta la Torre de María, que es la torre que se está construyendo. Se descubre un Gaudí colaborador del Creador, tal como se presentaba durante las visitas en el templo. Un Gaudí que ya no aparece en la prensa pero que construye una obra llamada a maravillar al mundo.

Todo esto narrado a través de historias y anécdotas que desvelan su temperamento, su forma, sus intuiciones, sus relaciones, sus amigos, sus preocupaciones… en una palabra, su vida. Como en el conocimiento de un amigo al que nos vamos acercando, sin saber todos los detalles biográficos, sino conviviendo con él. Esto se representa gráficamente en Gaudí hijo de María utilizando la grafía propia de la red social Instagram, la mejor herramienta para captar en el día a día las historias y los instantes que nos van marcando: como si Gaudí enviara sus historias a los jóvenes a través del móvil.

Cerraba la exposición un pequeño oratorio. Allí se encontraba un icono de la Virgen, primera piedra de la capilla dedicada a Santa María de los Ángeles de Rancagua. Esta capilla será la única obra de Gaudí fuera de España y fue un regalo de Gaudí a un fraile franciscano chileno. El icono, obra del padre Marko I. Rupnik, provenía de Chile, traído por los peregrinos chilenos y entregado en un acto conmovedor. Los peregrinos paraban delante de la imagen rezando y entonando cantos.



Al final de la exposición los jóvenes podían realizar un taller donde se aprendía una técnica utilizada en muchas obras de Gaudí, el trencadís. Esta técnica, más allá de la belleza artística, introduce una forma de ver la vida propia del cristiano: el trencadís se compone de piezas rotas, como nuestras desilusiones, errores o dolores. Aun así, estas piezas, dentro de un gran diseño, dan como resultado una obra de arte, demostrando que nuestras vidas pueden transformase en obras de arte perteneciendo a un diseño divino.

Durante los días de la JMJ hemos vivido muchos momentos que nos han cambiado sensiblemente. Al final de la exposición unos libros de firmas recogían las impresiones de los peregrinos: se han recogido más de 3.000 testimonios. Llama la atención que muchos se dirijan a Gaudí como si fuera alguien conocido y viviente, con la ternura típica de la amistad, demostrando que desde ahora les acompañará en sus decisiones de vida. Varios confiesan que, al seguir los pasos de esta filiación, han encontrado la solución a decisiones difíciles. Aparecen testimonios de los propios voluntarios dedicados a hacer de guías: no podían callar alguna visita particularmente conmovedora, por los comentarios que iban surgiendo o las lágrimas de emoción al descubrir que estamos hechos para ser hijos de María. Los treinta voluntarios dedicados a esta exposición ritmaban sus días rezando al empezar el día, al mediodía y al cerrar la exposición a las 10 de la noche, delante del rostro de María, con testimonios y cantos. Estos momentos, que ni la crónica ni las fotografías podrán nunca retener, eran en realidad el eje de nuestros días. Varios trabajadores, aunque no creyentes, se unían a estos momentos, atraídos tanto por la intimidad del momento como por la belleza del icono. Uno de ellos, Javier, se acabó convirtiendo y al finalizar aquellos días organizó a un grupo de personas que mantuvieron la exposición abierta una semana más, explicándola ellos mismos.

En las pequeñas cosas se desvela la estatura de la vida a la que estamos llamados, esto nos lo enseña María y esto se dio en la JMJ de Panamá. Dios se ha hecho hombre para que el hombre se convierta en hijo de Dios por María.
*Comisaria de la exposición “Gaudí, hijo de María” durante la JMJ de Panamá 2019