Peguerinos. «Ahora sé dónde y con quién quiero estar»

Cuando los planes del verano se trastocan, una invitación inesperada puede volver a hacerlo todo nuevo

Ha pasado un mes desde que estuve en el campamento de Peguerinos. Cuando empezó el curso no tenía ni la más mínima idea de ir a este campamento, mis planes para el verano eran otros. Mi intención era irme a Manila (Filipinas) pero una serie de imprevistos hizo que no pudiera, y de repente me encontré con Giuseppe invitándome a este campamento y ni lo pensé, me fie de su propuesta y dije que sí. Ahora me doy cuenta de que Dios lo tenía pensado desde antes para mí y una vez más he descubierto que sus planes son mejores que los míos.

Llevo yendo de campamento con la iglesia desde los 18 años pero está vez era como si fuera la primera, todo era nuevo. El día antes del campamento me sentía como un niño más, no sabía lo que me iba a encontrar, no esperaba nada, iba como una hoja en blanco dispuesta a disfrutar de lo que en esos días Dios me iba a regalar, disfrutar de cada momento: de los juegos, del momento de palabra, de la marcha, de los momentos de comedor, las conversaciones con los chicos y con los adultos… Vivir cada momento como una oportunidad de encontrarme con Él. El primer regalo de Dios fue esta apertura de corazón para poder vivir así estos días.

Peguerinos ha sido un punto de inflexión en mi vida, me ha ayudado a volver a encontrarme con el movimiento de Comunión y Liberación. El último día de campamento, mientras recogíamos, tuve una breve conversación, de esas que parecen una conversación más, donde me recordaron una frase que había escrito uno de los chicos y con la que terminamos la asamblea: «Uno es feliz cuando sabe dónde quiere estar y con quién». Me reconocí en esa frase, ese podía ser el resumen de mi experiencia en Peguerinos: sé donde y con quién quiero estar. Con esta compañía de amigos que me ayudan a conocerme más a mi misma y conocer más a Dios. Mi primer encuentro con Cristo fue también en un campamento hace 15 años y fue porque en aquel campamento veía la forma de vivir de los “monitores” y yo quería vivir como ellos. En este campamento me ha vuelto a pasar de una manera nueva, a través de la propuesta concreta del campamento, de su manera de educar, de las conversaciones con los adultos, viendo cómo vivían cada situación, cómo se relacionaban entre ellos… Observando todo esto, intuitivamente, sientes aquello de lo que tienes necesidad en la vida, sientes algo que te corresponde, algo nuevo y bueno que despierta en ti curiosidad y deseo. De forma que constantemente revives ese primer encuentro.

Unas semanas después, he empezado a comprender que en esta compañía está presente Alguien que es el que nos une. En esta compañía reconozco la presencia de Cristo en mi vida. A través de estas personas que Él mismo ha puesto a mi lado y que me acompañan he descubierto el gusto de vivir. Cuando volví al trabajo, el estar era distinto, con mis limitaciones pero con el deseo de poder vivir cada momento como una oportunidad de relacionarme con Él, como en el campamento. En esta compañía he reconocido una vez más a Cristo que me invita a seguirle. Y después de un tiempo de búsqueda ya puedo decir yo también que sé dónde y con quién quiero estar. Doy gracias a Dios por este regalo tan grande que me ha hecho, para mí la palabra Peguerinos sonará de manera especial en mi corazón, pues allí Cristo se me ha vuelto a hacer presente hoy y me ha regalado una compañía de amigos para poder seguir encontrándome con Él cada día.
Ana María, Fuenlabrada (Madrid)