Encuentro Canarias. ¿Acaso existe lo que espero?

La primera edición de Encuentro Canarias, que llevará como lema “¿Acaso existe lo que espero?”, se desarrollará durante los días 10 y 11 de mayo, en la Casa Mesa (La Laguna), Aquí el lema

En cada instante de nuestra vida, de forma más consciente o inconsciente, esperamos que algo suceda, que algo nos sorprenda.

Entramos en las redes sociales pasando de una imagen a otra, miramos el móvil continuamente, en el fondo esperando que algo nos saque de la rutina o que nos alegre el día.

Cuando hemos quedado con alguien vamos esperando poder disfrutar de ese momento, cuando comenzamos un nuevo proyecto personal o profesional esperamos que salga bien, “espero que esta persona tan querida se cure de su enfermedad”, “espero no encontrarme con esta persona”, “espero que esta relación querida no acabe”, “espero que el niño nazca bien”, “espero poder irme de vacaciones”…

La espera es una constante en nuestra vida, es parte de nuestra esencia humana.

Pero la cuestión se plantea cuando las circunstancias de la vida se vuelven duras, contradictorias…, entonces es cuando se pone a prueba nuestra esperanza, y nos nace la pregunta: “¿acaso existe lo que espero?”.

En este momento histórico, en el que las circunstancias se vuelven cada día más difíciles (guerras, crisis económica y política, relaciones familiares y sociales cada vez más complejas,…), descubrimos que no podemos evitar esperar un porvenir mejor, proyectando nuestras expectativas en un cambio, tan deseado como incierto.

El optimismo para ver el lado positivo de la realidad y decir que todo va a ir bien no es suficiente. Cuando llega el temporal este optimismo no se sostiene. Otras veces, frente a una situación complicada que no logramos resolver, nuestra postura es “a ver si pasa lo más rápido posible”, pero mientras tanto no vivimos.

Nuestras esperanzas a menudo terminan en decepción, resignación o, en el mejor de los casos, en nuevas y más sofisticadas proyecciones. Cuando nos vemos desafiados más allá de nuestras fuerzas, de nuestros intentos, se ve si tenemos un punto de apoyo adecuado para afrontar con positividad lo que nos pasa. Si falta esto, solo podemos esperar a que pase la tormenta.

De hecho vivimos en una sociedad cada vez más desesperada, donde la depresión es una de las enfermedades más comunes, no por motivos patológicos sino justamente como señal de una mentalidad que vive muchas veces resignada.

Solo podremos volver a empezar a partir de las cenizas, sea cual sea la situación en que nos encontremos, si nuestra consistencia se apoya en algo más potente que todas las crisis.

Nuestros abuelos estuvieron más probados que nosotros por guerras y situaciones económicas dramáticas, pero sin embargo tenían una consistencia que muchas veces nosotros ni soñamos. Esto afecta también a la relación con nuestros hijos: a menudo les inculcamos nuestros miedos en vez de acompañarles para que se den cuenta de los recursos que tienen, de sus posibilidades. Los jóvenes necesitan tener delante adultos que les puedan transmitir una esperanza. Solo así podrán crecer y construir, atravesar las situaciones que se les presenten.

¿Cuál puede ser ese punto de apoyo? ¿Cómo no dejarse engañar por falsas esperanzas, e identificar en cambio una esperanza que nos haga ser realmente nosotros mismos incluso en situaciones que no desearíamos?

Cuando la prueba es más potente -frente a la enfermedad o en el momento final de la muerte, o “el día a día” que muchas veces se nos vuelve insoportable-, ¿existe algo o alguien presente por el que podamos afrontar esa prueba con esperanza? No cualquier presencia es capaz de sostener esta esperanza.

Descubrir este «punto de apoyo presente», no inventado, es un camino humano, humanísimo.

La esperanza nace cuando sucede algo que abre de par en par la mirada. Pensábamos que se había acabado la partida, y en cambio todo vuelve a empezar. Justo ahí, no en otra parte, no antes ni después, sino ahí, en la situación que estamos viviendo, sucede algo que nos hace renacer, que nos hace volver a esperar.

Nos damos cuenta que necesitamos un lugar humano, relaciones de amistad, una convivencia con personas que nos sorprendan porque hagan renacer la esperanza en nosotros, que transmitan una promesa, en cualquier circunstancia. Este lugar, este tipo de relaciones, ¿existe?

En estos días del Encuentro Canarias queremos dialogar sobre esta espera de la que no nos podemos desprender, y ayudarnos a responder a esta pregunta que nace continuamente en nosotros: “¿acaso existe lo que espero?”